El presidente estadounidense, Donald Trump, reconoció esta semana, por primera vez, los riesgos de una guerra comercial al lograr un pacto con la Unión Europea (UE) para evitar más medidas arancelarias y la aprobación de subsidios para los agricultores afectados por las represalias de China.

Tras meses de amenazas constantes a sus principales socios comerciales y el rechazo de que su agresivo proteccionismo pudiese conllevar represalias que dañasen la economía de Estados Unidos, el mandatario ha asumido la complejidad de estas disputas en un mundo globalizado.

En primer lugar, el martes el Departamento de Agricultura anunciaba un paquete de subsidios federales de 12,000 millones de dólares destinado al sector agrícola y ganadero.

"El presidente prometió cubrir la espalda de todos los granjeros y ganaderos estadounidenses, y él sabe de la importancia de mantener nuestra economía rural fuerte", señaló el secretario de Agricultura, Sonny Perdue, en un comunicado.

Perdue remarcó, no obstante, que "es una solución a corto plazo para trabajar en acuerdos comerciales a largo plazo que beneficien a la agricultura y a toda la economía de EE.UU."

Poco después, Trump defendía los subsidios al asegurar que China está atacando a los agricultores estadounidenses "de manera despiadada", en referencia a la imposición de aranceles por parte de Pekín en represalia por los gravámenes aplicados en primera instancia por Washington.

El cuantioso paquete de ayuda se destinará principalmente a los productores de soja, leche y carne de cerdo, algunos de los sectores más castigados por las tensiones comerciales con China.

Los granjeros estadounidenses, muchos de ellos votantes de Trump, criticaron la medida al considerarla insuficiente y exigieron el regreso a la mesa de negociación con Pekín.

"Lo que necesitamos es recuperar nuestros mercados", dijo a Efe en conversación telefónica Bill Gordon, tesorero de la Asociación Estadounidense de la Soja (ASA, por sus siglas en inglés) y productor de Minesota.

Gordon alertó, además, de que debido a los aranceles en vigor desde el inicio de julio sobre la soja estadounidense "las dinámicas comerciales están cambiando" y "Brasil y Argentina ya están ampliando su producción para ocupar" la demanda del gigante asiático.

Un día después, el miércoles, Trump recibía en la Casa Blanca al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y pactaba una tregua comercial con el compromiso compartido de frenar medidas adicionales y establecer un grupo de trabajo con el objetivo de "cero aranceles".

Aunque el acuerdo es vago en detalles, la UE se comprometió a aumentar las compras de soja y gas estadounidense, mientras que EE.UU. renunciaba a los que se creía casi inminentes aranceles sobre los automóviles europeos.

"Creemos que esa es una gran concesión por parte de EE.UU.", afirmó Juncker a los periodistas poco después de la reunión con Trump.

Por contra, el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, evitó describirlo de esa manera al matizar que en realidad se trata de una "reivindicación" de las políticas de Trump.

"Creo que si no hubiésemos impuesto los aranceles de acero y aluminio, y no hubiésemos amenazado con aranceles al automóvil, nunca habríamos llegado al punto actual. Solo ahora se han mostrado dispuestos a dialogar", apuntó Ross durante un viaje al Medio Oeste junto al mandatario.

La suavización de la postura de Trump dio un respiro a los mercados, que se habían mostrado temerosos de los posibles efectos de una escalada en las tensiones comerciales que pudiese poner en peligro el buen ritmo económico mundial.

Los analistas, sin embargo, advirtieron de que dado lo impulsivo del temperamento del presidente estadounidense todo podría cambiar repentinamente.

"Las palabras tienen un peso relativo. Podríamos ver un tuit en 20 minutos que completamente diese la vuelta a estos, pero este pacto -por sí solo- ha sido un signo positivo", indicó Chad Brown, investigador del centro de estudios Peterson Institute for International Economics (PIIE).

En una línea similar se expresó Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien recalcó que la economía global "solo se puede beneficiar cuando los países se implican de manera constructiva para resolver desacuerdos de comercio e inversión sin recurrir a medidas excepcionales".