Ciudad del Vaticano. El papa Francisco aceptó el jueves la renuncia de un obispo de Virginia Occidental y autorizó una investigación sobre denuncias de que ese obispo acosó sexualmente a adultos, informaron autoridades del Vaticano. 

El pontífice aceptó la renuncia del obispo Michael Bransfield, justo en momentos en que sostenía encuentros con cardenales y obispos estadounidenses convocados en respuesta a otro escándalo que involucra a un excardenal de Estados Unidos. 

Bransfield había sido implicado en un caso de 2012 en Filadelfia, pero él negó haber abusado de nadie y aseguró haber sido vindicado hace año. Continuó en su puesto hasta que ofreció retirarse, como estaba obligado, cuando cumplió los 75 años la semana pasada. 

El Vaticano anunció que Francisco aceptó la renuncia justo cuando la delegación estadounidense estaba llegando al Palacio Apostólico para su reunión con el papa.

Francisco designó a William Lori, obispo de Baltimore, para reemplazar temporalmente a Bransfield en la diócesis de Wheeling-Charleston. Lori manifestó en un comunicado que el papa le ordenó "llevar a cabo una investigación sobre las denuncias de adultos contra el obispo Bransfield por acoso sexual". 

Lori se comprometió a realizar "una investigación exhaustiva en busca de la verdad en las acusaciones incómodas contra el obispo Bransfield". 

Estos acontecimientos son los más recientes en una asombrosa cadena de revelaciones que comenzó el 20 de junio, cuando se informó que uno de los cardenales más prestigiosos de Estados Unidos, Theodore McCarrick, había sido acusado de manosear a un monaguillo en la década de 1970. 

Francisco destituyó a McCarrick como cardenal en julio luego de que una investigación de la Iglesia norteamericana determinó que la denuncia era creíble. Tras el anuncio de la investigación, varios antiguos seminaristas y curas revelaron que ellos también habían sido acosados sexualmente por McCarrick incluso siendo adultos. 

El asunto McCarrick -sumado a un informe que detalló miles de casos de abuso sexual por parte de curas en Pensilvania durante décadas- ha suscitado el enojo entre los fieles que confiaban en que el clero había adoptado reformas tras el estallido de los primeros escándalos en Boston en 2002. 

El descontento se ha dirigido incluso hacia Francisco y hacia el Vaticano en general y ha animado las críticas de sectores conservadores hacia el papado de Francisco. 

El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, el cardenal de Houston Daniel DiNardo, había solicitado una audiencia con el papa el mes pasado al revelarse que McCarrick había subido en la jerarquía eclesiástica a pesar de que las denuncias en su contra eran conocidas entre las altas esferas de la Iglesia en Estados Unidos y el Vaticano. 

DiNardo pidió una investigación exhaustiva del Vaticano sobre el caso McCarrick y dijo desear también una averiguación sobre reclamos de que funcionarios del Vaticano sabían de las fechorías de McCarrick desde el 2000 sin hacer nada al respecto.