A Wall Street le encanta la reforma impositiva de Donald Trump, por más que las encuestas indiquen que la mayoría de los estadounidenses no las ven con buenos ojos. 

El promedio industrial Dow Jones cerró por encima de los 25,000 puntos el jueves, en un claro indicio del entusiasmo de los inversionistas con una reforma fiscal que incluye una reducción de impuestos de 1,500 billones de dólares. Se alcanzó esa marca menos de un año después de haber superado los 20,000, otro hito. 

“Superamos una barrera muy, muy grande”, declaró Trump el jueves en la Casa Blanca. “Cada vez que esa cifra sube en Wall Street, eso implica que se están creando empleos, es sinónimo de éxito, indica que los (ahorros jubilatorios) 401k están florecientes”. 

No sorprende que los inversionistas se muestren contentos con la reforma fiscal: Las empresas, después de todo, se beneficiarán enormemente con una fuerte reducción de sus impuestos. Además, podrán deducir a fin de año la totalidad de sus compras grandes de acciones, rebajando su deuda. Y las firmas con grandes cantidades de efectivo en el exterior podrán traer el dinero a Estados Unidos pagando menos impuestos. 

Los analistas estiman que la reforma aumentará las ganancias de las empresas del índice Standard & Poor's 500 aproximadamente un 8%. Ese es un beneficio muy superior a la reducción de impuestos del 1,6% que recibirá la clase media, según el Tax Policy Center. 

El ciudadano común no se muestra tan entusiasmado con la reforma. Una encuesta de la Monmouth University del mes pasado indicó que casi la mitad de la población no está de acuerdo con ella y que solo el 26% la apoya. 

Algunos trabajadores, no obstante, saldrán beneficiados: Hasta ahora, casi 20 compañías grandes anunciaron bonificaciones y sueldos mínimos más altos como resultado de la reducción de impuestos. AT&T, Comcast, Bank of America y American Airlines dijeron que darán una bonificación de 1,000 dólares a sus empleados. 

A los inversionistas no parece preocuparles mucho el uso que se dé a las ganancias adicionales. El gobierno de Trump pronostica que las empresas reinvertirán esas sumas en sus negocios, impulsando la actividad económica. Pero los detractores de la reforma creen que las compañías repartirán las ganancias entre sus accionistas. La historia indica que rebajas a los impuestos de las empresas no siempre generan aumentos en los sueldos. 

Wall Street, en todo caso, está de parabienes. Al menos a corto plazo. La mayoría de los analistas consideran que, de un modo u otro, las empresas y la economía se beneficiarán. Y que, al margen de si las firmas les pasan sus ganancias a sus empleados o a sus accionistas, aumentará el gasto del consumidor y eso impulsará la economía. 

La reducción de impuestos corporativos del 35% al 21% no necesariamente será tan grande como parece porque la mayoría de las empresas no pagan el 35%. El banco Barclays calcula que la tasa impositiva “real” caerá del 26% al 20,1%. 

Numerosos analistas creen que la mayor parte del dinero traído del exterior será repartido entre los accionistas, no invertido. Y que lo mismo pasará con las ganancias adicionales derivadas de la reducción de impuestos. 

El año pasado, los avances de la bolsa fueron ayudados por el buen desempeño de la economía mundial en general. 

Desde noviembre, por otro lado, la perspectiva de una reducción de impuestos impulsó las bolsas de valores, de acuerdo con Keith Parker, analista de UBS. 

Las grandes ganancias de la bolsa de valores, no obstante, benefician a un porcentaje menor de la población. Edward Wolff, economista de la Universidad de Nueva York, dice que apenas el 10% de la población es dueña del 84% de las acciones de la bolsa.