Washington. El estado de Alabama ejecutó el jueves a un preso con discapacidad mental condenado por asesinar a un hombre en 1996, después de que la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo se negara a suspender la implementación de la pena capital.

En la segunda ejecución en Estados Unidos en un solo día, Matthew Reeves, un hombre negro de 43 años, falleció tras recibir la inyección letal a las 9:24 p.m. en la prisión de Holman, en Alabama, sin pronunciar últimas palabras ni querer comer nada durante todo el día.

Su defensa había intentado detener su ejecución al argumentar que padecía de discapacidad intelectual y que no le dieron la ayuda necesaria para decidir cuando en 2018 le entregaron documentos que le permitían cambiar el método por el que se le aplicaría la pena de muerte.

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Los abogados alegaron que eso le privó de la oportunidad de elegir un método supuestamente menos “torturador” que sin embargo nunca se ha usado en Estados Unidos: la hipoxia de nitrógeno, aprobada en el estado en 2018.

Dos tribunales validaron esa solicitud y detuvieron la ejecución, pero el estado apeló al Supremo, que por una mayoría de 5 votos contra 4 permitió que la sentencia se aplicara.

Solo una de los seis jueces conservadores del alto tribunal, Amy Coney Barrett, se opuso a la decisión de validar la ejecución, como hicieron también los tres magistrados progresistas de la corte.

Foto del confinado Matthew Reeves, quien murió ejecutado por el estado de Alabama por un asesinato ocurrido en 1996.
Foto del confinado Matthew Reeves, quien murió ejecutado por el estado de Alabama por un asesinato ocurrido en 1996. (The Associated Press)

Reeves fue condenado a la pena de muerte por el asesinato de Willie Johnson, un hombre que le recogió en una autopista en Selma (Alabama) en 1996 y que murió de un disparo de escopeta en el cuello después de que le robaran 360 dólares.

La suya fue la segunda ejecución de lo que va de 2022 y también del día en Estados Unidos: unas horas antes, el estado de Oklahoma aplicó la pena capital a Donald Anthony Grant, un hombre negro condenado por asesinar a dos trabajadoras de un hotel durante un atraco en 2001.

Grant, de 46 años y diagnosticado con esquizofrenia, fue declarado muerto a las 10:16 a.m. hora local tras recibir una inyección letal en la penitenciaria estatal de McAlester, ubicada 160 kilómetros al sur de Tulsa, según el Departamento Correccional de Oklahoma.

En la última década, la opinión pública de Estados Unidos le ha dado la espalda a la pena de muerte, las condenas han caído en picado y también lo han hecho las ejecuciones: de las 98 en 1999 repartidas por todo el país a solo 11 en 2021, limitadas a un puñado de estados sureños como Texas,Georgia o Alabama.

Veintitrés de los 50 estados han abolido ya la pena de muerte en su territorio, mientras que otros tres tienen una moratoria activa y diez más llevan más de una década sin llevar a cabo una ejecución, según el independiente Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés).