Al participar en campañas primarias disputadas en diversas partes de Estados Unidos con ánimos de revancha y de recrear el Partido Republicano a su imagen y semejanza, el expresidente Donald Trump ha respaldado a una serie de candidatos que enfrentan denuncias graves, sobre todo por su manera de tratar a las mujeres.

Uno de ellos está acusado de agredir a una auxiliar de la Casa Blanca. Otro presuntamente amenazó con matar a su exesposa, exageró sus éxitos financieros y alarmó a sus socios de negocios con su conducta errática. Otro ha pedido a un juez que mantenga bajo sello unas órdenes de protección por abusos pasados.

El respaldo de Trump a esos candidatos ha generado temor entre algunos republicanos de que Trump brinde su poderoso respaldo político a quienes saben halagar su ego. Esos candidatos pueden ganar primarias en distritos donde la base de Trump es mayoritaria, pero costarle bancas al partido en la elección general.

Y puesto que el control del Congreso depende de unas pocas bancas, semejantes tropiezos podrían resultar costosos.

No hay proceso de investigación, al menos en cuanto a posiciones y elegibilidad”, dijo Dan Eberhart, un donante republicano y partidario de Trump quien dice que las preocupaciones se extienden a muchos ámbitos del partido. “El proceso de respaldo depende del apoyo del candidato al expresidente y de si está dispuesto a permitir que el aparato de Trump maneje su campaña y recaudación de fondos. La viabilidad del candidato en cualquier elección es de importancia secundaria”.

El expresidente no tiene motivos para hacerse el sorprendido por las denuncias contra algunos de los candidatos que respalda. Algunos detalles hubieran salido a la luz en las averiguaciones de antecedentes que realizaría cualquier empleador. Se dice que otros fueron revelados directamente a Trump o que circulaban en ámbitos republicanos mucho antes de que él los respaldara.

En su nuevo libro “I’ll Take Your Questions Now: What I Saw at the Trump White House (Ahora responderé a sus preguntas: lo que vi en la Casa Blanca de Trump), Stephanie Grisham, la exsecretaria de prensa de la presidencia y principal colaboradora de la primera dama Melania Trump, acusa a un exnovio de volverse abusivo a medida que se deterioraba la relación. El exnovio, Max Miller, era colaborador en la Casa Blanca y ahora es candidato al Congreso en Ohio con la bendición entusiasta de Trump.

Miller ha rechazado enérgicamente los señalamientos y el miércoles inició una demanda por difamación en la que acusa a Grisham de manchar su nombre.

Grisham dice que reveló el abuso al expresidente y a su esposa antes de que Miller anunciara su candidatura, pero “aparentemente no les importó”, según escribió en una columna de opinión en el Washington Post. El respaldo de Trump a Miller fue un acto de revancha contra el legislador Anthony Gonzalez, uno de los 10 republicanos en la cámara que votaron a favor de realizarle juicio político debido al asalto al Capitolio del 6 de enero.

¿Un empleado de la Casa Blanca acusado de asalto por una mujer que gozaba de la confianza del presidente? Aparentemente ni siquiera apareció en la pantalla de su radar como motivo de preocupación. Por el contrario, sabiendo lo que sabe, Trump ha respaldado la candidatura de mi ex al Congreso”, escribió.

Trump tiene un largo historial de aliarse con hombres poderosos acusados de hacer daño a las mujeres, desde su elegido para el Tribunal Supremo Brett Kavanaugh hasta el exconductor de Fox News Bill O’Reilly. Defendió a un antiguo asesor de la Casa Blanca que dimitió después de que se hicieran públicas las acusaciones de que había abusado física y emocionalmente de dos exesposas. Y en 2017, apoyó al candidato del Partido Republicano al Senado Roy Moore, a pesar de las acusaciones de que Moore había agredido sexualmente a chicas adolescentes hace décadas, cuando tenía 30 años.

El propio Trump ha sido acusado de conducta sexual inapropiada por más de dos decenas de mujeres, pero él, al igual que los otros hombres a los que ha defendido, siempre ha negado enérgicamente las acusaciones.

Sin embargo, el expresidente y sus colaboradores a veces ponen un límite.

La semana pasada, Trump rompió relaciones con su exjefe de campaña y asesor de datos largos Corey Lewandowski después de que un donante lo acusó de hacer reiteradamente propuestas indecentes en un acto de recaudación de fondos. Durante la campaña de 2016, Trump defendió a Lewandovski cuando lo acusaron de aferrar del brazo a un periodista y también de asalto, cargo del cual el acusador luego desistió. En ambos casos Lewandowski negó haber cometido delito alguno.

En la mayoría de los casos, no obstante, una acusación no le ha impedido al presidente ofrecer su respaldo al acusado.

El mes pasado, Trump dio su apoyo al exastro del fútbol americano Herschel Walker, un viejo amigo suyo, luego de que aceptó postularse a una banca en el Senado de Georgia. Un mes antes, una revisión por The Associated Press de cientos de páginas de archivos públicos relativos a los negocios y el divorcio de Walker sacaron a la luz las acusaciones de que este amenazó reiteradamente con matar a su exesposa y al nuevo novio de ella y de que exageró sus éxitos en los negocios, entre otras cosas.

La campaña de Walker generalmente evita responder a preguntas específicas, pero ha mencionado los problemas de salud mental del exastro de la NFL, de los que él ha hablado en detalle y revelado en un libro.

Y en Pennsylvania, el candidato elegido por Trump a una banca en el Senado, Sean Parnell, ha enfrentado preguntas de su rival Jeff Bartos sobre las órdenes de protección solicitadas por su esposa en 2017 y 2018 durante el proceso de divorcio. El diario Philadelphia Inquirer informó el miércoles que Parnell le pidió a un juez que “prohibiera a su esposa y al abogado de ella hablar públicamente sobre las órdenes de protección de abusos emitidas contra él”.

Parnell sostiene que las órdenes no son prueba de delitos, pero Bartos afirma que perjudicarían a Parnell en una elección general, lo que les costaría una banca a los republicanos.

El vocero de Trump, Taylor Budowich no respondió al preguntársele qué sabía Trump sobre las denuncias, sino que optó por defender los respaldos del presidente y culpar a los periodistas.

El presidente Trump sigue escogiendo a combatientes fuertes que se llevarán adelante su plan de ‘Estados Unidos primero’”, dijo. “Sin embargo, no desconocemos cuán bajo están dispuestas a caer las falsas noticias para calumniar a patriotas honorables con denuncias falsas”.

Pero incluso algunos aliados del expresidente temen que el carácter aleatorio de su proceso de respaldos lo vuelvan vulnerable a situaciones vergonzosas y pongan en riesgo ese proceso del que está orgulloso. Algunos le han aconsejado que sea más juicioso en sus respaldos, pero él disfruta de la atención que le brindan los que se disputan su aprobación, considerada una carta de triunfo en los distritos donde sigue siendo el astro mayor del partido.

Los candidatos que buscan el respaldo de Trump deben seguir cierto proceso.

Pueden tomar contacto con el equipo de Trump por correo electrónico a una dirección creada para examinar cuidadosamente los pedidos de respaldo, Trump entrevista personalmente a los candidatos mientras sus colaboradores verifican sus declaraciones anteriores para tratar de determinar si comparten sus prioridades, lo que incluye saber si apoyaron con el vigor requerido los intentos infundados de revertir los resultados de 2020.

Pero no existe un sistema para determinar, por ejemplo, si ellos han sido arrestados por conducir en estado de ebriedad o si adeudan gravámenes de impuestos a la propiedad. Como siempre, las decisiones de Trump suelen basarse en lo que ve por televisión y por lo que le dicen las personas en las que confía por el momento, incluso algunos que podrían estar trabajando para los candidatos que buscan su respaldo.

Los aliados de Trump advierten que sabe interpretar el estado de ánimo de la base republicana. Adicionalmente, a pesar de que alguien como Walker puede tener antecedentes, también tiene un gran prestigio, un enorme potencial de recaudación de fondos y es más probable que obtenga la ayuda de Trump que otro candidato que pueda verse bien en el papel, pero que al expresidente no le entusiasme.

Él va a ser imprevisible. Adicionalmente, eso es lo que quiere. Es de alguna manera su modus operandi, su marca, su ADN político”, dijo el veterano estratega republicano Chip Lake.

Pero respaldar a tantos candidatos conlleva un riesgo personal para Trump, observó.

Significa que se gana y se pierde”, dijo. “Y sospecho que va a ganar mucho más de lo que va a perder, pero a veces va a perder también”.