Jeff Bohnert había perdido toda esperanza de encontrar a su perra mezcla de caniche y basset hound luego de que desapareció a principios de junio. Dos meses después, recibió un mensaje de texto de un vecino: Unas personas que exploraban una caverna cercana habían encontrado un perro. ¿Podría ser Abby?

Bohnert lo dudaba, pero seguía teniendo curiosidad. Así que fue al sitio de la caverna cerca de su casa en una zona rural de Missouri. Fue entonces cuando vio la foto que tomó uno de los rescatistas.

“Dije: ‘Esa es mi perra’”, contó el lunes Bohnert.

Lo que hace que la historia de Abby sea aún más sorprendente es el hecho de que le faltan pocas semanas para cumplir 14 años. Sin embargo, de alguna manera, se las arregló para sobrevivir casi 60 días sola, aparentemente la mayor parte o la totalidad de ellos en una caverna estéril, a oscuras y a 14 grados Celsius (58 grados Fahrenheit).

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Abby y la otra perra de Bohnert, Summer, hacen todo juntas, incluso portarse mal.

El 9 de junio, el par de canes se escapó de casa, recuerda Bohnert. Ya había ocurrido antes, y en la zona rural cercana a Perryville, en el este de Missouri, no solía ser un gran problema. Las perras correteaban por los campos, quizá perseguían algo, y luego volvían a casa.

Cuando Bohnert se despertó a la mañana siguiente, Summer había vuelto a casa, pero Abby no.

“Nunca se separan”, dijo. “Me imaginé que había pasado algo malo. Quiero decir, ella es vieja. Podría ser que no hubiera aguantado el calor”.

Bohnert publicó en Facebook la desaparición de su perra, se puso en contacto con los vecinos y con la policía, pero nadie había visto a Abby.

Pero el 6 de agosto, Gerry Keene y otros cinco adultos, junto con cinco niños, acababan de entrar en la cueva Berome Moore, planeando un día de exploración. Uno de los niños corrió delante del grupo y gritó a su padre: “Hay un perro aquí”.

“La reacción de su padre fue de: ‘Claro que no’”, contó Keene.

Pero sí había uno.

“Estaba acostada, hecha bola”, recuerda Keene. “Levantó la cabeza y nos miró, pero no respondió a las órdenes. Parecía que estaba a punto de morir”.

Keene solicitó la ayuda de otro explorador de cuevas que se encontraba allí, Rick Haley. Sabían que Abby no podría hacer la caminata estimada de 152 metros (500 pies) de vuelta a la entrada, especialmente porque era a través de pasillos estrechos y por una pendiente empinada.

Haley estaba entrenado en rescates en cuevas, y sacó de su camión una bolsa de lona y una manta. Pusieron la manta dentro de la bolsa, y luego a la perra, que enseguida se prendió de la cálida manta después de semanas tumbada en el frío barro.

Pero sacar a Abby fue complicado dada su fragilidad.

“Era fundamental que no la manipuláramos bruscamente”, comentó Haley. En las zonas rocosas, a través de pequeños pasillos, “la llevábamos a una distancia corta, la dejábamos en el suelo, luego nos movíamos delante de ella, nos acercábamos, la levantábamos y la poníamos delante”.

Poco después de encontrar a Abby, Keene se dirigió brevemente a algunas casas cercanas para ver si alguien había perdido a su perro. Un vecino se puso en contacto con Bohnert, que vive lo suficientemente cerca del lugar de la cueva como para poder verlo desde su casa.

Fue al sitio asumiendo que no podía ser Abby: ¿cómo podría un perro de 13 años haber sobrevivido a semejante experiencia?

Para su sorpresa, lo hizo, y aproximadamente una hora y media después de comenzar el rescate, estaba fuera. Uno de los rescatistas le dio a Abby un pedazo de carne.

“Casi le come el dedo”, relató Keene. Casi inmediatamente después, empezó a animarse.

Bohnert cree que Abby acabó en la cueva tras caer en un sumidero o en una entrada oculta. Haley dijo que había huellas de patas por todas partes, lo que indica que inicialmente trató de salir.

Después de eso, Haley y Bohnert creen que se acurrucó, capaz de vivir esencialmente de su propia grasa corporal.

“Creo que estaba en modo de conservación”, dijo Bohnert.

Abby pesa normalmente unos 23 kilos (50 libras), según Bohnert, pero cree que perdió la mitad de su peso corporal en la cueva. Desde que fue rescatada, ha recuperado peso y ha empezado a recuperar la voz, que probablemente perdió al ladrar pidiendo ayuda.

También ha vuelto a mover la cola, lo que demuestra que ha dejado atrás el trauma.

“Es increíble cómo está volviendo a ser ella misma”, dijo Bohnert. “Vuelve a actuar como era antes”, señaló.