Washington. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha emitido un documento aclarando que no va a crear una “política nacional para prohibir la comunión a políticos”, en un movimiento destinado a aplacar el debate dentro de la Iglesia sobre el presidente estadounidense, Joe Biden.

En el texto, con fecha del 21 de junio y dado a conocer este sábado por medios de comunicación, la Conferencia rechaza de manera rotunda adoptar un paso de este tipo.

De esta manera ha respondido a una votación la semana pasada de uno de sus comités para comenzar a crear un documento doctrinal sobre la Eucaristía o el significado de la comunión, que ha suscitado un debate sobre si dicho texto debería incluir recomendaciones para políticos que apoyan derechos abortivos, como Biden, que es católico.

La Conferencia de Obispos Católicos matizó que el objetivo de ese documento no es ese: Se trata de “una comprensión clara de las enseñanzas de la Iglesia para crear una mayor concienciación entre los creyentes sobre cómo la Eucaristía puede transformar nuestras vidas y acercarnos a nuestro Creador y la vida que él quiere para nosotros”.

Y destacó que no se pretende que el texto tenga una naturaleza disciplinaria ni que tenga como blanco a un individuo o grupo de personas, aunque detallará “la responsabilidad de todos los católicos” de vivir de acuerdo a la Eucaristía.

En ese sentido adelantaron que se centrará en que los creyentes apoyen “la vida humana y la dignidad y otros principios fundamentales de la moral católica y sus enseñanzas sociales”.

Detrás de la iniciativa del comité de la Conferencia se esconde una campaña de un grupo de obispos conservadores a los que les incomoda el hecho de que Biden, el primer católico que ocupa el Despacho Oval en seis décadas, sea también defensor del derecho a abortar.

Inicialmente, su propuesta buscaba llegar al extremo de prohibir la comunión a políticos como Biden por su postura sobre el aborto, pero sus impulsores acabaron dando marcha atrás después de que el Vaticano les urgiera a rebajar la temperatura del debate.

A Biden, un devoto católico que acude a misa todos los domingos, ya le negaron una vez en 2019 la posibilidad de comulgar debido a esa postura política; y su equipo dedica desde entonces tiempo a asegurarse que, cuando viaja, no acuda a una iglesia en la que puedan impedir su acceso al sacramento.

El debate sobre el tema en la conferencia de obispos refleja el grado al que ha llegado la polarización en Estados Unidos por el derecho a abortar, garantizado en el país desde 1973 pero convertido en caballo de batalla por los conservadores y algunos grupos religiosos en las últimas tres décadas.