El presidente del Comité Nacional Demócrata Tom Pérez enfrenta el peor desafío que tiene el partido en la historia reciente: mantener la unidad de cara a las elecciones presidenciales del año que viene, a las que se podrían presentar decenas de candidatos.

El partido se repuso de la desastrosa derrota del 2016 y recuperó el control de la Cámara de Representantes en noviembre pasado, pero encara unas primarias que podrían resultar muy divisivas. El Comité Nacional está dejando atrás años de peleas internas e inoperancia, y no tiene la capacidad de recaudar fondos e información de los republicanos, que son dos elementos claves de apoyo a los candidatos.

La delicada misión que tiene Pérez por delante en las próximas semanas incluye desde darle forma definitiva a los debates presidenciales hasta convencer a los líderes estatales de que compartan los archivos de los votantes y elegir la ciudad que albergará la convención nacional. Todas esas decisiones pasarán por una lupa en busca de indicios de si apoya a un candidato en particular.

El Comité debe convencer a la base demócrata de que es neutral, después de ser acusado en el 2016 por Bernie Sanders de apoyar a Hillary Clinton en las contiendas internas.

“Tom tiene la misión más dura que hay en la política”, afirmó Tina Podlodowski, presidenta de los demócratas de Washington. “Es una tarea ingrata”.

En los dos años que lleva en el cargo, Pérez, quien fue secretario del trabajo de Barack Obama, ha navegado por aguas turbulentas, incluidas las negociaciones para reducir el papel de los “superdelegados” que apoyaron en forma abrumadora a Clinton.

Pérez, no obstante, sabe que lo peor está por venir.

“Si tenemos 15 candidatos, 14 de ellos no van a llegar a la cima de la montaña”, declaró Pérez a la Associated Press. “Mi trabajo, nuestro trabajo, es asegurarnos de que todos los candidatos y sus partidarios sienten que fueron bien tratados”.

Pérez, de 57 años, hijo de inmigrantes dominicanos, no da muestras de estrés y se lo notaba animado en un reciente encuentro con donantes en Washington, en el que sostuvo que las elecciones de noviembre habían sido “históricas” porque los demócratas no solo tomaron el control de la cámara baja, sino que arrebataron siete gobernaciones a los republicanos y casi 400 bancas legislativas estatales.

Aseguró asimismo que en el partido había una “cultura de cambio”.

Pérez buscó la presidencia del Comité Nacional a instancias de su viejo jefe, Obama, a quien se atribuye haber descuidado el Comité Nacional. Ese no era el plan original de Pérez, quien esperaba ser secretario de justicia bajo un gobierno de Clinton.

La estrategia que lo llevó a ganar la presidencia del comité puede dar indicios de lo que planea hacer de cara a las elecciones presidenciales del 2020.

Se midió con Keith Ellison, el preferido de la base liberal del partido. Aprovechó el círculo íntimo de Obama para cortejar a los miembros del Comité y se apropió de consignas de Ellison como “organizarse en todos lados”, invertir “en todas las áreas postales” y darles voz a los militantes, sobre todo a los que apoyaron a Sanders.

Una vez victorioso, llamó a Ellison al escenario y lo declaró copresidente, algo que muchos consideraron innecesario, pero que acentuó la impresión de que Pérez, al igual que Obama, trata de estar bien con todos, dándole cierto espacio a sus rivales pero también listo para usar la fuerza bruta cuando necesario.

Le gusta decir que es un “progresista pragmático”.

Apoyó de inmediato una “Comisión de la Unidad” que idearon Sanders y Clinton para reformar las reglas para la selección del candidato a la presidencia. Pero terminó impulsando cambios que van mucho más allá de los superdelegados. Ahora, los miembros del Comité Nacional y los líderes partidarios elegidos, incluido el presidente del Comité, no participarán en la primera ronda de la convención del 2020.

Hay quienes dicen que el cambio castiga a dirigentes de trayectoria y beneficia a militantes ajenos a la maquinaria partidista. Cuando se aprobaron finalmente las reformas el verano pasado, los activistas que se habían mostrado escépticos aplaudieron a Pérez.

“Una cosa que me gusta de Tom es que puedes criticarlo, y ser escuchado”, dijo Melissa Byrne, quien apoyó a Ellison y también a Sanders en la campaña presidencial. “Mucho de lo que sucede en la política es producto de las charlas en los corredores. Pero tienes que estar allí para hacerte oír. Y Tom nos abrió las puertas”.

Pérez no postula grandes requisitos para los primeros debates, de modo tal que no queden marginados candidatos que pueden ser legítimos. Se harán sorteos para distribuir a los candidatos en dos escenarios, en lugar de armar una “lista A” y una “lista B”, como hicieron los republicanos en el 2016, cuando también tuvieron numerosos postulantes.

Pérez resta importancia a las batallas internas y dice que los demócratas dan cabida a personas tan diferentes como la representante Alexandria Ocasio-Cortez, una socialista democrática, y al senador Joe Manchin, que de vez en cuando apoya iniciativas de Donald Trump. Pero agrega que todos comparten ciertos principios básicos, incluidos planes médicos accesibles, la protección de los jubilados y apoyo al trabajo organizado.

Pérez, sin embargo, tiene sus detractores, especialmente los líderes del partido a nivel estatal, que lo acusan de apoderarse de la información de los votantes. Pero incluso ellos admiten que Pérez le ha dado al partido una estabilidad que no tenía bajo su predecesora Debbie Wasserman Schultz.