Al cumplirse hoy el centenario del natalicio de don Ricardo Alegría Gallardo, dos de sus más estrechas colaboradoras resaltan la gigantesca obra del historiador, antropólogo y arqueólogo, defensor de la cultura puertorriqueña, para quien la cultura era “el alma nacional”.

Un grupo de familiares y allegados del primer director ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en 1955, recordará a media mañana las gestas y batallas que libró Alegría, en un sencillo homenaje póstumo en el panteón donde reposan los restos del humanista en el Cementerio María Magdalena de Paxxis en el Viejo San Juan, conocido popularmente como el Cementerio de los Próceres.

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“La mayor aportación de don Ricardo Alegría fue el rescate de la cultura puertorriqueña, el rescate del Viejo San Juan como tal y no solamente rescatarlo, sino que lo defendió toda su vida y lo pasó a otras generaciones. Esa es la obra más grande don Ricardo”, expresó Isabel Pérez Montes, quien está a cargo de la Sala de Investigaciones Ricardo Alegría, en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, un recinto académico que don Ricardo fundó y que por muchos años dirigió.

Pérez Montes fue una de las secretarias de Alegría en el Centro, ubicado en el antiguo Seminario Conciliar de San Juan, uno de los edificios coloniales que el líder cultural ayudó a restaurar en el casco de la Capital.

La secretaria y también promotora cultural narró que cuando Alegría se retiró de la Rectoría del Centro decidió tener una oficina donde pudiera guardar su epistolario y documentos para que pudieran ser utilizados por los estudiantes en sus investigaciones, lo que así es hoy día. En la pequeña oficina en el sótano del edificio figuran varias piezas que don Ricardo rescataba de las calles sanjuaneras como los soles truncos en madera, que se utilizaban en las entradas de las casas coloniales y una colección de los herrajes típicos de las estructuras.

“La presencia de él se siente aquí en todo. Aparte de tener la vida y obra de don Ricardo documentada tenemos las colecciones de libros que él dejó, carteles y un archivo de temas de interés o de posibles temas de investigación que él recopilaba”, detalló.

Dijo que otro de los deseos de don Ricardo era otorgar una medalla a personas comprometidas con la cultura puertorriqueña, lo que llegó a hacer en vida a través de la Fundación Alegría. Pérez Montes dijo que Alegría confirió cerca de un centenar de medallas. Con su muerte, el 7 de julio de 2011, le faltó por entregar unas once preseas que tenían mensajes y encomiendas de su puño y letra y que fueron conferidas posteriormente a sus recipientes por la fundación.

“Él se las entregaba a las personas que él consideraba podían continuar con la obra que ya tenía establecida. Él citaba a las personas y les entregaba una medalla con un mandato de no dejar de defender la puertorriqueñidad y todo lo que con tanto sacrificio se consiguió”, indicó Pérez Montes.

Recordó que dos de los proyectos que Alegría no pudo lograr fue el que Puerto Rico fuera miembro asociado de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la creación de lo que denominó como “Escuelas hogar”, para niños desventajados. Ambos proyectos llegaron hasta la Legislatura, pero no nunca se les dio paso.

“Don Ricardo era un ser muy especial, era muy humilde, nosotros trabajábamos con él como sus colaboradores. Era un gran conversador. Sabía de todo y le gustaba hablar de todo. Uno podía sentarse y estar hablando horas con él porque era muy amena la conversación con él”, sostuvo Pérez Montes, quien además, destacó que Alegría “nunca se hizo sentir como jefe porque para él nosotros éramos sus colaboradores”

“Era muy exigente con sus cosas, pero nunca hizo sentir mal a nadie. Siempre fue muy cariñoso con la gente y nos hacía sentir como si fuéramos parte de su familia. Él y su esposa Doña Mela Pons, también era igual”, sostuvo. También dijo que Alegría era bien valiente. “Se enfrentaba a muchos retos que él mismo se auto imponía. Él siempre decía yo quiero hacer esto y lo lograba y lo conseguía. Dejó una huella inmensa en el ser puertorriqueño”, indicó

“Yo siempre le decía a don Ricardo que él era un prócer y él se reía con la humildad de siempre. Creo que se le debe recordar como defensor de nuestra cultura, de nuestra soberanía, defensor de la patria y de lo que implica el ser puertorriqueño”, agregó Pérez Montes.

Lizzette Carrillo, otra de las colaboradoras de Don Ricardo también lo describió como un ser humano especial. “Para mí don Ricardo Alegría fue una persona que marcó mi vida y trayectoria tanto personal como profesional, me dio la oportunidad de crecer. Era un caballero de esos que ya casi no quedan”, dijo Carrillo, quien también trabajó con don Ricardo en el Centro desde 1980 hasta que él se retiró.

“Él se convirtió en un hombre ilustre en nuestro País. Siempre fue una persona bien respetuosa, un ser muy especial”, agregó Carrillo, quien fue decana de administración en el Centro de Estudios Avanzados hasta su retiro en 2019.

Dijo que Alegría debe ser recordado de muchas maneras no solamente en los escritos y en todas sus obras, sino por su trabajo a favor del Museo de las Américas, del Centro de Estudios Avanzados, el ICP, sus trabajos de arqueología, sus conferencias y “por el amor a la patria que siempre llevó en su corazón”.