Ankara, Turquía — Una delegación estadounidense del más alto nivel arribó a Turquía el jueves con la difícil misión de presionar a Ankara a que acepte un cese de fuego en el norte de Siria, horas después de que el presidente Donald Trump declaró que Estados Unidos no tiene interés en defender a los combatientes kurdos, miles de los cuales murieron como aliados de Washington en la guerra contra el grupo Estado Islámico.

El vicepresidente Mike Pence a la cabeza de una delegación que incluye al secretario de Estado, Mike Pompeo, y el asesor de seguridad nacional Robert O’Brien, arribó a Turquía un día después que Trump restó importancia a la crisis a pesar de haber enviado a sus más altos colaboradores a intentar resolverla.

Trump insinuó el miércoles que un grupo kurdo constituía una amenaza terrorista mayor que el EI y elogió los esfuerzos de Rusia y el gobierno sirio por llenar el vacío creado por su orden de retirar a casi todos los efectivos estadounidenses de Siria en medio de una ofensiva turca contra los kurdos.

“Siria podría recibir ayuda de Rusia y eso está bien”, dijo Trump. “Allá tienen mucha arena. Así que tienen mucha arena con que jugar”.

“Que libren sus propias guerras”, acotó.

Resultó difícil conciliar las diversas imágenes de ese incidente de la política exterior que se produjo durante lo que es acaso el momento más sombrío de las relaciones entre Estados Unidos y Turquía y una época difícil para Trump y sus aliados en el Partido Republicano. La incapacidad de Trump para impedir la ofensiva turca contra los kurdos y su posterior utilización de los argumentos del presidente Recep Tayyip Erdogan acerca de los antiguos aliados de Estados Unidos provocaron indignación en todo el espectro político en Washington y exhortaciones a sancionar a Turquía a pesar de ser miembro de la OTAN.

Republicanos y demócratas en la cámara baja, en medio de su enconada disputa en torno al juicio político, se unieron para denunciar el retiro de las fuerzas estadounidenses en una votación abrumadora de 354 contra 60. Muchos legisladores expresaron el temor de que el retiro, además de provocar una matanza de kurdos, aliente el resurgimiento de ISIS y permita a Rusia adquirir mayor presencia e influencia en la región.

El líder del bloque mayoritario en el Senado, el republicano Mitch McConnell, quedó enfrentado públicamente con Trump al calificar la relación con los kurdos de “gran alianza”.

“Lamento que estemos donde estamos. Espero que el vicepresidente y el secretario de Estado puedan de alguna manera reparar los daños”, dijo McConnell el miércoles.