Dos alcaldes novoprogresistas con visiones opuestas. 

El municipio de Arecibo opera con un déficit millonario, en cuestión de días comenzarán a cobrar por el recogido de basura porque no hay chavos para costear el servicio y la reducción de la jornada laboral de los empleados podría ser un hecho en un abrir y cerrar de ojos; pero aun así el alcalde Carlos Molina justifica su aumento de salario de $2,888 mensuales porque le corresponde por ley. 

En Camuy, el escenario es distinto. El municipio cerró el año fiscal con un superávit de $249,000, por lo que no se contemplan reducciones ni ajustes en sus operaciones. Sin embargo, el alcalde Edwin García Feliciano, a quien también la Ley 69 le concede un aumento salarial de $1,000 al mes, pensó distinto a su homólogo arecibeño y decidió donar el dinero al fondo general del ayuntamiento. 

“La medida se aprobó el lunes en la legislatura municipal; lo que siempre hemos hablado es que íbamos a entrar en cumplimiento con la ley 69 a los efectos de incluir el aumento en el presupuesto de este año, pero que íbamos a estar donando este aumento al presupuesto general del municipio, por lo que nosotros permanecemos cobrando la cantidad que estamos cobrando al día de hoy que son los $5,000”, indicó García Feliciano, tras destacar que ese ha sido su sueldo desde el 2007. 

La ley 69, firmada en el 2014 por el entonces gobernador Alejandro García Padilla, reglamenta el sueldo de los alcaldes al establecer un salario base de acuerdo con la población de cada municipio. 

Según el Censo de 2010, Camuy tiene una población de 35,153 habitantes, mientras que Arecibo cuenta con 96,400. 

“Viendo la situación de los empleados municipales, cualquier peso cuenta y obviamente esa diferencia en salario, aunque no va a resolverle a los 300 empleados, puede ser esencial para que un empleado pueda tener su empleo durante el año”, destacó el alcalde camuyano.

Pero Molina no consideró que los casi $3,000 pesitos que irán a su bolsillo sean necesarios para pagar una que otra cosa importante en el municipio, incluyendo salvar el empleo de alguien en el ayuntamiento. Por el contrario, acogió la idea más rápido que ligero y argumentó en su cuenta de twitter que “trabajo incansablemente los 7 días de la semana, desde que despierto hasta que me acuesto, con el único propósito de levantar a Arecibo”.

La gente está por el techo 

“Por el techo” es poco. La gente en Arecibo quiere su puente Víctor Rojas listo para transitar luego de que fuera clausurado desde finales del año pasado. La gente en Arecibo quiere mejores carreteras y más recursos para sus policías, quieren cuestionar las prioridades del gobierno municipal.

“Es injusto”, dijo la arecibeña Elisandra Nieves. No cayó bien el aumento en el salario del alcalde. “Aquí hay pocos policías y tienen ese puente ahí sin arreglar”.

“Tiene para aumentarse el sueldo, pero no hay para la basura ni bregan con los caminos del (barrio) El Jobo”. Wilfredo Vargas aseguró que no tendría reparos en cuestionarle al mismo Molina “cómo es que había dicho que la cosa está mala y tienen para aumentarse el sueldo”.

Incluso, algunos empleados municipales coincidieron en que el aumento es injusto considerando que recientemente se le redujeron los beneficios marginales a la sombra de la Ley de Cumplimiento con el Plan Fiscal, aprobada en abril del 2017 por el gobierno de Ricardo Rosselló.

“Tanto trabajo que nos da ganar el pesito para dárselo a estos”, comentó una mujer que prefirió no ser identificada. “No sé si el alcalde se merece o no el aumento, pero es injusto cuando dicen que el municipio está en ruinas. Este no es el Arecibo de antes”, añadió.

Este medio procuró una reacción de Molina, pero al cierre de esta edición no se recibió respuestas, no estuvo presente en la alcaldía, ni tampoco el secretario municipal, el licenciado Esdras Vélez.