El uso de sustancias controladas, alcohol y medicamentos recetados, como el Xanax, es el pan nuestro de cada día entre jóvenes de escuela superior.

Esta es la experiencia de Yurimar Santiago Torres, de 17 años, que cursa el cuarto año en la superior Jaime A. Collazo del Río de Morovis.

La joven pertenece a la Coalición de Prevención Moroveña, un grupo que trabaja combatiendo “el uso de drogas y alcohol entre los jóvenes, para que ellos puedan entender el daño que esto les hace a corto, medio y largo plazo”.

“Uno ve muchas situaciones de cualquier tipo de drogas, alcohol, (pastillas como) Xanax y Klonopin; cualquier medicamento que pueden sacar del botiquín de sus padres para venderlo, o de cualquier punto para venderlo en la escuela”, argumentó. También consumen y mezclan las bebidas energizantes. 

La estudiante reiteró que “es algo que es muy constante y muchas veces la gente lo sabe, pero como es algo que se sale del control, muchas veces no intervienen”.

Santiago Torres indicó que la coalición impacta más a los estudiantes de 14 y 15 años, un grupo en el que muchos ya se inician en el uso de sustancias prohibidas.

“Esos jóvenes que entran de noveno grado hacen amistades con los que mueven todas esas drogas y rápido caen en eso. Hemos hecho diferentes actividades, muchas con los de noveno grado, porque ellos son los más bebés, los más que están receptivos a todas esas cosas que se ven en la escuela y que muchas veces no saben cómo controlarlo”, indicó la estudiante.

Aceptó que “esto no es un secreto; la gente lo sabe. Por eso es que la coalición se levanta a trabajar con estas cosas, porque se necesita seguridad, la intervención, pero también la prevención”. 

Santiago Torres explicó que sabe cuando un estudiante anda en malos pasos porque “muchas veces se escapan de la escuela, por sus actitudes, el color de ojos, en su forma de hablar, en su aliento, en su percepción de la vida y las cosas que mencionan y dicen; hasta en la música que escuchan”.

Sin embargo, aceptó que cuando habla con sus pares, nota que muchos vienen de familias con problemas.

“Muchas veces los padres no están en la casa, nunca están presentes para las situaciones de sus hijos o no tienen esa figura paternal en el hogar que le diga: ‘Eso no es necesario’”, dijo. 

Mencionó que la marihuana la consiguen en puestos de gasolina o en los puntos.

Sobre los medicamentos, dijo que cada pastilla de Klonopin, por ejemplo, se vende en la escuela a 50 centavos.

Por su parte, Jorge Mojica, representante del sector de los comerciantes en la coalición, aceptó que el consumo de alcohol se ve como algo cultural. 

En su negocio,  se asegura de pedir identificación a las personas que  aparentan ser  menores.