ARROYO.- Entre la indignación y frustración, los días pasan lentos en el barrio Antigua de Arroyo.

Allí el reloj marcaba las 12:00 del mediodía y el sol parecía capaz de derretir el acero. No se movía una hoja. El silencio sólo se interrumpía por la quebrada debajo de las ruinas de un puente remendado con barro y piedras.

Marcos Rodríguez y Karen Rivera tienen miedo de pasar su carro por ahí, no solamente porque el vehículo pueda caer al agua, sino por el temor a que otra crecida le impida sacarlo para buscar comida en el pueblo. Así que lo dejan al otro lado, se echan al hombro la bolsa de compra y a su nieto para cruzar a pie.

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“Eso lo tiraron los mismos residentes de aquí. Primero el Municipio echó algo, pero como el agua pasó y se llevó parte del terreno, los mismos vecinos tiramos piedra y lo pudimos traer. Es uno caminando y uno se hunde”, dijo Rodríguez.

“Esta es la única entrada y salida para llegar al pueblo”, agregó. “Es dificilísimo, porque mucha gente trabaja y tengo que dejar la guagua afuera con temor de que le pase algo”.

Al igual que Rodríguez, los vecinos del sector no solamente enfrentan las mismas dificultades que el resto de la Isla: sin energía eléctrica, prácticamente sin agua potable y acumulación de escombros.

Si no que, también, cerca de 130 familias de Antigua tienen que aguantar la furia que les provoca ver cómo una cuestionable obra de construcción - detenida por meses - debilitó el puente de la PR-752, que sirve como única conexión a su comunidad, y que colapsó durante el huracán María.

Doña Bárbara Santiago está tan molesta, que cuando vio a este equipo de periodistas en el área, detuvo su carro y se acercó para denunciar la situación.

“Yo he vivido toda mi vida en el barrio Antigua y esto nunca había sucedido”, exclamó Bárbara Santiago. “Esto fue que vinieron ingenieros de San Juan a lastimarnos los soportes del puente”. 

“Por eso fue que el puente se nos fue… ah. Y han hecho caso omiso a nosotros. Somos seres humanos. No somos mutantes ni animales ”, añadió. “Necesitamos que arreglen el puente”.

Ante este panorama, varias pacientes de diálisis han sido sacados del lugar, al igual que una mujer que pronto daría a luz, relató Rodríguez. También destacó que en la comunidad quedan personas encamadas cuyo cuidado está amenazado en caso de el relleno vuelva a ser arrastrado por el agua.

Una máquina escavadora sembrada en el lodo queda como recuerdo de la obra inconclusa. Según el alcalde Eric Bachier Román, la obra está detenida desde junio.

“Había un contratista que estaba haciendo trabajos y lo abandonó por problemas con (la Autoridad de) Carreteras”, indicó Bachier Román, al recordar que la vía es de jurisdicción estatal.

Al mostrar un documento ponchado con la fecha del 22 de septiembre, con el que solicitó un puente provisional, el funcionario aseguró que “han venido de FEMA, del Cuerpo de Ingenieros, la Guardia Nacional, del gobierno… toman nota, fotos y se van, pero no pasa nada”.

Bachier Román dijo que estas visitas también se han incrementado para indagar sobre las labores del municipio en cuando a la repartición de alimentos y disposición de escombros, pero señaló que ha sido tanta que han llegado al punto de que le consumen mucho tiempo del que necesita para atender la crisis en su pueblo.

“Han avenido del FBI, de ICE, del ‘Navy’, del ‘Coast Guard’, del Contralor, de Hacienda… Entonces viene el jefe del jefe del jefe… Entonces cambian instrucciones y tenemos que bregar con todo eso”, sostuvo.

“No hemos tenido ningún señalamiento, pero necesitamos que se pongan de acuerdo para nosotros seguir nuestro plan de trabajo para la crisis, que es inmensa”, abundó.

El alcalde dijo que al momento se han emitido sobre 1,500 reclamaciones de casas con daños por el huracán, lo que incluye el 90% de las residencias de madera y zinc que hay en el pueblo.

Mientras, en la escuela superior Natividad Rodríguez quedan 46 refugiados debido a que sus casas fueron pérdida total.

Uno de ellos es paciente dependiente de una máquina de oxígeno, por lo que no ha sido movido de allí, ya que la escuela cuenta con generador eléctrico.

Entre los refugiados también hay siete menores, incluyendo la bebé de dos meses de edad de Tania Borges, quien esconde con una amplia sonrisa la tensión que le provoca la dificultad de conseguir la leche que necesita su hija.

“Es para bebés prematuros. Fui al WIC para buscar, pero no había. Necesito la líquida, porque la de polvo la devuelve y se me puede ahogar”, afirmó. “Ella dijo que la tenía que mandar a buscar… No puedo hacer nada más que esperar”.