Ángela Concepción Méndez descansaba en su ataúd ataviada con ropajes de faraona. Entre sus manos tenía un rosario y una copa con un adorno representando la máscara mortuoria con la que encontraron al famoso Rey Tutankamón y rodeada de jeroglíficos egipcios. En el dedo anular de su mano izquierda, portaba una sortija con un escarabajo, insecto que simboliza a uno de los dioses más poderosos del antiguo Egipto: Ra.

Al lado izquierdo se colocaron varias figuras egipcias. A la derecha del ataúd, colocaron otro traje blanco, que tanto le gustaba, así como las figuras de Nefertiti y el dios con rostro de pájaros: Horus.


A los 76 años, doña Ángela fue víctima de un paro respiratorio. Sus hijos cumplieron su voluntad vestirla como una faraona y adornar la sala de la funeraria en Añasco, donde la velaron rodeada de todos esos objetos que tanto atesoraba en vida. El velorio de la mujer fue ayer.

Los 18 hijos que tuvo doña Ángela siempre supieron de la fijación que tuvo su madre por Egipto, incluso desde que tuvieron conciencia. 

Poco a poco, ella fue llenando su hogar de artículos alusivos a la antigua civilización y cuando sus hijos crecieron los regalos giraban en torno a esa cultura. 

Si la reencarnación existiera, doña Ángela hubiera vivido una de sus vidas en Egipto, dijeron sus hijos.


Concepción, quien falleció recientemente a causa de condiciones cardiacas y es madre de 18 hijos, mantenía una fascinación por la cultura egipcia a pesar de nunca haber visitado el país.

"Ella es nuestra faraona. Todo lo que ves, ella lo decidió. Siempre dijo que la enterraran con ese atuendo", dijo Eduardo Arroyo Concepción, hijo de doña Ángela .

La casa de la madre, en el barrio Quebrada Larga en Añasco, es una especie de museos egipcio, llena de esos objetos, telas y libros alusivos al país. El despliegue se extiende desde el balcón, hasta la cocina, cuartos y baños, dijo Eduardo. Y así permanecerá como ella lo dispuso y como un tributo a su gran colección y amor por Egipto.

Sus hijos le hicieron la promesa y la cumplirán. 

Doña Ángela fue nombrada Madre Ejemplar de Añasco en dos ocasiones y su prole lo dice con ese gran orgullo. Además de 18 hijos, dejó a 31 nietos y varios bisnietos. 

Adamary y Jahaira Arroyo Concepción, dos de sus hijas, se unieron a Eduardo en torno al ataúd de su mamá. Ambas viajaron desde Estados Unidos, donde viven.

De hecho, Jahaira fue la que le compró en Manhattan y le regaló la copa que tenían entre sus manos la difunta.

Los tres contaron que doña Ángela tenía una gran amiga que compartía con ella el gusto por la cultura egipcia: Evelyn, de Cabo Rojo. Lo hacían al punto de que se carteaban en jeroglíficos. Ambas aprendieron el lenguaje con libros y diccionarios. 

Evelyn falleció hace seis años, dijeron. Y en conmemoración de esa gran amistad, un telaje con las figuras de Isis y Nefertiti será puesto sobre el ataúd y así se enterrará. Dentro del sarcófago, depositarán el traje blanco que adornada la sala funeraria y otra tela con dibujos y jeroglíficos de esa cultura.

Si algo lamentan sus hijos, es que su madre nunca tuvo la oportunidad de viajar a Egipto. Cuando estaba a punto de hacerlo, se enfermó y los médicos le prohibieron viajar. 

"Fue madre y padre y siempre será nuestra faraona. Guardaremos con mucho amor su recuerdo y su amor por Egipto", dijo Eduardo al informar que no habrá un ritual egipcio en el entierro.