TULTEPEC, México. Primero, una horrible explosión sacudió el jueves la localidad de Tultepec, un lugar tristemente conocido por otros letales accidentes pirotécnicos, y los equipos de emergencia se apuraron para llegar a la zona y rescatar a los heridos. 

Entonces, 20 minutos más tarde, se produjo una serie de explosiones que mató a al menos cuatro bomberos, dos policías y un trabajador de protección civil. En total, al menos 24 personas fallecieron y otras 49 más resultaron heridas, según el gobierno del estado de México. 

"Querían salvar vidas sin saber que a ellos les iba a ocurrir lo mismo”, dijo Teresa González, quien oyó de cerca las explosiones que comenzaron a las 09:40 de la mañana. 

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Tultepec, una municipalidad de unos 130.000 habitantes a una hora por carretera al norte de la Ciudad de México, es famosa por sus pequeños talleres donde se producen gran parte de los fuegos artificiales que se usan en toda la región, y por los repetidos accidentes en los que han muerto unas 70 personas en menos de dos años. 

Guadalupe Romero, otra vecina de la localidad, no llegó a pedir el cierre de la industria porque sabe que muchas familias de la zona dependen de ella, pero resaltó el peligro de vivir cerca de la planta de gas propano y de la producción pirotécnica. 

El coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, dijo que los talleres afectados eran “clandestinos”. Pero estaban ubicados dentro de una zona delimitada específicamente para la producción de artículos pirotécnicos. Tras desastres anteriores, funcionarios estatales y federales prometieron imponer restricciones de seguridad en estas zonas. 

A lo largo de la carretera había edificios pintados de colores vivos con la advertencia “peligro”. Hay había una garita de guardias dentro de una débil cerca con cadenas. 

Al parecer, los negocios que estallaron no tendrían los permisos emitidos por el ejército de México para almacenar explosivos, algo que ocurre en muchas otras empresas familiares de la zona. 

Imágenes de video mostraron una enorme columna de humo que salía de la zona de los estallidos. Los reporteros que llegaron más tarde se encontraron con restos de edificios y tierra chamuscada en medio de un núcleo de sencillas viviendas rurales y pequeños cultivos agrícolas en el campo. 

Los heridos fueron trasladados a varios hospitales locales en helicóptero y más de 300 policías fueron movilizados a la zona. 

Extremadamente protectores con su industria artesanal, los residentes se resisten a aceptar la regulación y el jueves algunos de ellos asaltaron a periodistas que grababan imágenes en la zona, destruyendo sus tarjetas de memoria. 

Las medidas de seguridad en este tipo de talleres y en los mercados pirotécnicos han sido objeto de debate constante en México, donde los festivales incluyen pequeños cohetes y bombas, a menudo lanzados a poca distancia de los espectadores, y donde cualquier persona puede encender petardos en la calle. 

Al menos 35 personas fallecieron el 20 de diciembre de 2016 en una explosión que arrasó un mercado de fuegos artificiales atestado de comparadores en vísperas de la Navidad, y funcionarios gubernamentales prometieron reconstruirlo mejor que nunca. 

Pero desde entonces se han producido otras explosiones en talleres de Tultepec. En marzo de 2017 cuatro personas murieron en un incidente y el mes pasado otro mató a siete y causó ocho heridos. 

Este tipo de accidentes también ha ocurrido en otras partes del país. En 2002, una explosión en un mercado en el puerto de Veracruz mató a 29; en 1999, 63 fallecieron por la misma causa cuando una detonación afectó pirotecnia almacenada ilegalmente en Celaya y en 1988 un incidente similar provocó la muerte de al menos 68 en el mercado de La Merced, en Ciudad de México. 

Más recientemente, en 2013, un cohete impactó contra un camión cargado con fuegos artificiales para una procesión religiosa en el estado de Tlaxcala provocando 17 muertos. Catorce personas murieron, incluyendo 11 niños, cuando un petardo cayó sobre pirotécnica almacenada para una celebración religiosa en la localidad de San Isidro, en el estado de Puebla, en mayo de 2017.