Kabul.- Afganistán se prepara para celebrar mañana unas esperadas elecciones presidenciales en máxima alerta ante la violencia prometida por los talibanes, que ven los comicios como un complot extranjero, y con el temor de que las posibles acusaciones de fraude debiliten aún más al Gobierno afgano entrante.

 Unos 9,6 millones de afganos, un 34,5 % de ellos mujeres, están llamados a votar, en unos comicios vistos como una cita clave, ya que se espera que el nuevo Ejecutivo deba lidiar con la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán y con el proceso de paz.

 En total, 15 candidatos aspiran a ocupar el puesto de presidente y formar un nuevo Gobierno.

 Entre ellos destaca el actual presidente, Ashraf Ghani, que busca un segundo término para continuar con su proyecto de lucha contra la corrupción y avanzar hacia la paz en un país en guerra desde hace 18 años.

 Otros candidatos con la etiqueta de favoritos son el actual jefe del Ejecutivo, el exlíder de la resistencia antitalibán Abdullah Abdullah, y el ex señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar, conocido como el "carnicero de Kabul" por bombardear de manera continuada la capital en 1992 cuando trataba de controlarla, causando al menos un millar de muertos y 8.000 heridos.

 La Comisión Electoral Independiente (IEC) afirmó hoy en una rueda de prensa que 4.928 de los 7.385 centros electorales situados en áreas bajo control del Gobierno abrirán sus puertas. Las autoridades afganas controlan alrededor del 55 % del territorio en la nación asiática.

 Los centros de votación permanecerán abiertos desde las 7:00 del sábado (2.30 del viernes a las 10.30 del sábado GMT), según la IEC.

 Para garantizar unas elecciones libres de fraude, casi 150,000 observadores velarán por el buen curso de las elecciones mañana: "144,146 observadores afganos y extranjeros han sido acreditados, y seguirán de cerca la votación en todo el país durante el día de las elecciones", dijo el jefe del secretariado de la Comisión Electoral Independiente (IEC), Habib Rahman Nang.

 Respecto a la seguridad, Afganistán ha desplegado a 72.000 miembros de las fuerzas de seguridad y puesto en alerta a otros 30,000, según datos del Ministerio del Interior.

 En Kabul, una ciudad completamente tomada por las fuerzas de seguridad con puestos de control y barricadas cada pocos metros, se ha prohibido la entrada de camiones y furgonetas, después de que la capital haya sido testigo este año de atentados que han causado decenas de víctimas mortales.

 Además, la seguridad en la sede de la IEC ha sido especialmente reforzada porque "podría ser el mayor objetivo si las fuerzas enemigas quieren destruir todos los votos del país", dijo el ministro del Interior adjunto, Khushhal Sadat, en la rueda de prensa.

 La cita electoral tiene lugar casi un año después de las elecciones parlamentarias de octubre, celebradas entre acusaciones de fraude y violencia, y también en esta ocasión la posibilidad de grandes atentados es muy real.

 Los talibanes mantienen que los comicios son una farsa orquestada por Estados Unidos y se oponen a su celebración.

 Durante la campaña electoral que arrancó a finales del pasado julio, la formación insurgente ha llevado a cabo varios ataques como el del pasado 17 de septiembre durante un mitin de Ghani que acabó con la vida de al menos 30 personas e hirió a otras 51.

 El portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, calificó ayer las elecciones de "falso proceso de los invasores americanos y sus serviles esclavos" y prometió detenerlas "con ataques a todas las fuerzas de seguridad y a los centros y oficinas de este espectáculo".

 Si hay muertes civiles, es solo la culpa de los ciudadanos que han acudido a las urnas porque ya estaban advertidos, razonan los talibanes.

 Pero no solo la formación insurgente ha amenazado con violencia, el candidato Hekmatyar desató la polémica el último día de campaña electoral con unas declaraciones en las que algunos han visto una amenaza de recurrir a la violencia en caso de no ganar.

 La Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) denunció ayer el "menosprecio hacia la vida civil" mostrado por ambas partes del conflicto en la nación asiática en las últimas semanas.

 Y es que además de los ataques talibanes, la semana pasada se denunció la muerte de al menos 25 personas en un bombardeo de EE.UU. en Afganistán y el pasado lunes al menos 40 civiles fallecieron supuestamente en otras dos operaciones aéreas.

 El Gobierno afgano que resulte elegido de estos comicios electorales deberá hacer frente a la posibilidad de que las tropas de Estados Unidos abandonen el país.

 Washington y los talibanes han mantenido nueve rondas de negociaciones desde hace más de un año en Catar, y ambas partes habían alcanzado un borrador de acuerdo cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, decidió a principios de mes suspender las negociaciones con los insurgentes.

 Pero si Trump decide retomar las conversaciones, el nuevo presidente afgano podría verse en la necesidad de negociar un acuerdo de paz con los talibanes, un asunto bien presente en el programa de la mayoría de los candidatos.

 Analistas y figuras políticas afganas como el expresidente Hamid Karzai han alertado de que los comicios podrían dar lugar a un Gobierno debilitado ante las acusaciones de fraude de los candidatos perdedores, como ya ocurrió en otras ocasiones en el país.