XINING. China.- Hay un boom en la construcción en el altiplano tibetano, uno de los pocos sitios remotos que quedan en el mundo. Montañas tradicionalmente cubiertas de guirnaldas con banderas llamando a orar, lucen hoy llenas de postes de acero del servicio eléctrico. De noche, carteles iluminados en las gasolineras de Sinopec despiden un resplandor rojo sobre carreteras nuevas.

La región, conocida como el “techo del mundo” por estar rodeada de algunas de las cordilleras más altas del planeta, está hoy en el centro de un plan de modernización de China, incluidos rascacielos y nuevas líneas de ferrocarriles.

Pero esta vez hay una diferencia: El gobierno chino también quiere contener el crecimiento de la región para poder contar con uno de los legados que más enorgullecen a Estados Unidos: Un sistema de parques nacionales.

En agosto, políticos y científicos de China, Estados Unidos y otras naciones se reunieron en Xining, capital de la provincia de Qinghai, para analizar los planes de China de crear un sistema unificado de parques con claras pautas para limitar el desarrollo y proteger los ecosistemas.

La economía del país viene floreciendo desde hace 40 años, pero las prioridades ahora se están ampliando para incluir la conservación de reservas naturales importantes, según Zhu Chunquan, representante chino ante la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una organización científica basada en Suiza.

“Es urgente identificar lo antes posible estos sitios, los ecosistemas y otros aspectos de la naturaleza” que hay que proteger, dice Zhu.

Otro objetivo chino es contar con su propio Parque Yellowstone en el altiplano tibetano.

Zhu trabaja con una comisión asesora que aporta recomendaciones para el naciente sistema de parques nacionales, que se planea inaugurar en el 2020. Funcionarios chinos han visitado los parques nacionales de Estados Unidos, incluidos los de Yellowstone y de Yosemite, y buscado la asesoría de organizaciones como el Instituto Paulson de Chicago y Nature Conservancy.

La red de parques nacionales “es un esfuerzo serio por de salvaguardar la biodiversidad y la herencia natural de China”, dijo el ecólogo de la Universidad de Duke, Stuart Pimm.

Uno de los primeros parques piloto estará en Qinghai, una vasta región al oeste de China junto al Tíbet, con un legado cultural parecido. Allí habitan especies en peligro como el leopardo de las nieves y el gato montañés chino. Abarca el nacimiento de tres grandes ríos de Asia: el Yangtsé, el Amarillo y el Mekong.

“Esta es una de las regiones más especiales de China y del mundo”, afirmó Lu Zhi, biólogo de la Universidad de Pekín que trabaja en Qinghai desde hace dos décadas.

Mientras que la construcción continúa a ritmo frenético en otras partes del altiplano tibetano, el gobierno ha dejado de emitir permisos para la explotación minera y obras hidroeléctricas en la región.

Pero hay un serio interrogante en torno al proyecto: ¿Es posible combinar el afán por conservar con la promoción del turismo, preservando el sustento y la cultura de las aproximadamente 128.000 personas que viven en la región?

“China tiene una población densa y una larga historia”, dice Zhu. “Uno de los aspectos únicos de los parques nacionales de China es que allí vive gente, adentro o en sus alrededores”.

El de Yellowstone es considerado el primer parque nacional del mundo. Tras su creación en 1872, el gobierno estadounidense obligó a los pueblos originarios que vivían en la zona a trasladarse a los alrededores del parque, siguiendo una vieja tesis de siglo XIX según la cual la protección de la naturaleza implicaba que no podía vivir gente en ellos. Hoy por hoy los países del siglo XXI tienen que ver cómo acomodan a la población local.

“Lo más complicado es ver cómo combinar la conservación ecológica con el sustento de comunidades”, manifestó Jonathan Jarvis, exdirector del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, hoy profesor de la Universidad de California de Berkley y quien ha inspeccionado la marcha del parque piloto de Qinghai, llamado Sanjiangyuan.

China ya ha lanzado grandes programas de reubicación para despejar tierras para proyectos de infraestructura, como la represa de las Tres Gargantas y el Proyecto de Transferencia de Aguas de Sur a Norte. Estos desplazamientos dejaron a muchos campesinos en casas nuevas sin tierras para cultivar ni acceso a otros empleos.

En el caso de los parques nacionales, el gobierno está ofreciendo trabajos relacionados con la conservación del medio ambiente a algunas personas de Sanjiangyuan para que se queden trabajando la tierra. El programa “Una familia, un guardabosque” contrata a una persona por familia y le paga el equivalente a 255 dólares para que realice tareas como recolectar basura y monitorear la caza y el pastoreo ilegales.

Es difícil entrevistar personas en lugares como Qinghai, porque las restricciones que tienen los periodistas les impiden viajar libremente por regiones donde hay grandes minorías étnicas o religiosas sujetas a estrictos controles.

Pero unas pocas personas que viven en Angsai, un pueblo tibetano adentro del nuevo parque de Qinghai, se mostraron dispuestas a hablar. No es posible saber si sus experiencias son las típicas de la gente de la zona.

A-Tai cría yaks y recoge hongos cordyseps, usados con fines medicinales y que supuestamente tiene propiedades afrodisíacas. También lidera un equipo de recolectores de basura y recorre hasta 34 kilómetros diarios buscando botellas de plástico y otros desperdicios como parte del programa “Una familia, un guardabosque”.

“Vivo en esta tierra y mi sustento está vinculado con esta tierra”, dice A-Ta mientras su hermana calienta agua en su modesta vivienda. En la pared cuelga un cartel con los rostros de los líderes del Partido Comunista chino, actuales y del pasado.

A-Ta dice que se siente agradecido por el empleo que le permite a su familia permanecer en esta tierra a pesar de que otros se han tenido que ir. Su propio hijo dirige un programa de reubicación enfocado en “una enorme población de nómadas” en Dzarto, un condado al sur de Qinghai.

“Quiero mucho esta tierra”, afirma A-Ta. “Siempre aliento a la gente para que proteja el medio ambiente y contribuya al trabajo de conservación”.

Kunchok Jangtse es un pastor tibetano que también gana algún dinero recogiendo basura bajo el programa “Una familia, un guardabosque”.

Además, colabora como voluntario con la organización sin fines de lucro Shanshui, instalando y manteniendo “cámaras trampa” que funcionan con sensores de movimientos que ayudan a los científicos a monitorear especies en peligro en Qinghai.

Mientras instala una cámara en un delgado árbol explica que “la razón por que la pongo aquí es que esta es una de las principales rutas migratorias de la mayoría de los animales salvajes”.

Estas cámaras han captado leopardos blancos y gatos monteses, incluidas madres con sus cachorros jugando junto a su madriguera temporal.

Kunchok Jangtse dice que la protección del medio ambiente y de la caza ilegal es importante.

“Nuestra religión está conectada con los animales salvajes porque tienen una conciencia y pueden amar y ser compasivos. Por eso hay que protegerlos”, expresó.

Kunchok dice que gana unos 2.380 dólares al año criando ganado y recogiendo hongos. Por eso agradece los ingresos adicionales del programa de guardabosques. Cruza los dedos porque sus otras actividades no se vean afectadas y por qué no se tenga que ir algún día.

“No tengo educación y temo que tendría muchas dificultades en mi vida si me tengo que ir”, declaró.

La cultura y el sustento de la gente de la zona fueron una de las principales preocupaciones del exdirector del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos Jarvis. También la sanción de leyes y la obtención de fondos.

“Hace falta un marco legal que describa lo que es un parque”, expresó. “Y necesitan una financiación sustentable”.

La creación de áreas protegidas no es una idea nueva en China. De hecho, aproximadamente un 15% del territorio chino es parte de una red de parques. Pero en muchos casos lo son solo en los papeles y las manejan agencias que no tienen forma de hacer cumplir las reglas.

El sistema de parques nacionales, en cambio, está siendo pensado desde abajo para incorporar las mejores prácticas mundiales y los últimos avances científicos.

En su oficina de Beijing, Ouyang Zhiyun, subdirector del Centro de Investigaciones de Ciencias Eco-Ambientales de la Academia de Ciencias, revisa cientos de mapas sombreados cuidadosamente de China continental que tienen marcadas las áreas donde es necesario proteger especies en peligro y ofrecer servicios como el suministro de agua y medidas para evitar la erosión de la tierra.

Lo importante no es cuántas tierras son protegidas, sino qué tierras son protegidas, según él.

Hace poco Ouyang fue el principal responsable de una “evaluación de los ecosistemas nacionales” en la que se usaron 20.000 imágenes satelitales y 100.000 estudios de campo para analizar cómo cambió la tierra en China entre el 2000 y el 2010. Algunas de las conclusiones fueron publicadas por la revista “Science” en el 2016. Uno de los datos llamativos surgidos del estudio es que las áreas urbanas de China aumentaron un 28% en ese período.

Ahora Ouyang está analizando estudios de más de 1.500 especies y plantas amenazadas para designar áreas prioritarias para el trabajo de conservación.

“Si no lo hacemos, desaparecerán”, manifestó.

Los primeros parques incorporados al sistema nacional de parques pondrán de relieve la gran variedad de paisajes y ecosistemas que tiene el país, desde los acantilados de granito y arenisca de Wuyishan, en el este de China, hasta los densos bosques de la provincia sureña de Sichuan, donde hay osos panda gigantes, y uno los bosques boreales del noreste del país, donde habita el tigre siberiano, una especie en peligro.

En lo que respecta a la ecología, pocos países tienen tanto que perder, o que preservar, como China.

“Un país tan grande como China literalmente decide la suerte de las especies”, dice Pimm, de la Universidad de Duke.