Guangzhou, China-Rey Córdova ya conoce cuál es el trampolín para llegar a la Luna.

“China… Después de China, la Luna”, dice sin titubear el puertorriqueño establecido en la ciudad de Suzhou al hablar del drástico choque cultural y de su proceso de adaptación en el gigante asiático.

En junio de 2018, Córdova fue transferido a la planta de la farmacéutica Eli Lilly en Suzhou como parte de una asignación de tres años de la compañía. El ingeniero químico de profesión hizo el viaje a China junto a su esposa Marta Cruz desde Estados Unidos, luego de trabajar en las plantas de Indiana y Georgia por un periodo de cinco años. También los acompañó su mascota: su perro “Choco”. No tienen hijos.

Córdova, natural de Río Piedras y de 49 años, dijo que ellos nunca contemplaron aceptar un ofrecimiento para moverse a China, en caso de surgir en algún momento. “En algunas ocasiones en las conversaciones con mi esposa salía a relucir las opciones que teníamos de transferirnos, y ella decía: ‘Cualquier parte, excepto China’. Y ahora aquí estamos. Lo tomamos como una aventura”.

En Suzhou el matrimonio no ha conocido boricuas, por lo que recientemente llegaron a Guangzhou para presenciar la participación de Puerto Rico en la reciente Copa Mundial de baloncesto.

Y allí en las gradas del Gimnasio de Guangzhou hicimos el primer contacto con Córdova, quien llegó a la instalación vistiendo una camiseta de Puerto Rico con el número 21 del legendario pelotero Roberto Clemente en la espalda.

Apenas podía ocultar la alegría de encontrarse con otros puertorriqueños.

“Estar aquí con otros compatriotas ha sido lo más emocionante. No hay palabras para describir este momento. Es una alegría muy grande”, dijo previo a uno de los partidos del combinado nacional.

¿Cómo puedes describir la experiencia de vida en este país?

No hay nada más dramáticamente diferente a lo que nosotros conocemos, que China, por diversas razones. Al principio, fue un poco retante. Todo es diferente… el idioma, la cultura. Hay un sentimiento de aislación por unos días en lo que aprendes a manejarte en la ciudad. Las comunicaciones no son tan accesibles, porque hay muchas restricciones, y hubo un poco de ansiedad. Creo que es bien importante tener una actitud correcta y aventurarse con un cierto nivel de tolerancia y conociendo que no todas las cosas van a salir perfectas al principio. Creo que eso nos ayudó bastante a poder sobrellevar los tropiezos iniciales. Pero según hemos ido aprendiendo de la cultura, cada día nos gusta más.

¿Qué ha sido lo más que te ha llamado la atención de su cultura?

Aunque es bien diferente, a la misma vez tiene unas similitudes con la puertorriqueña. El énfasis en la familia es increíble. El círculo social es interesante. Hubo una política que las familias solo podían tener un hijo (ya fue derogada), y toda la atención era para el hijo o hija. Le dan la mejor educación para que tenga un buen empleo. Luego ese hijo se casa, tiene hijos y le toca mantener a sus padres y a sus suegros. Es un ciclo social muy parecido al nuestro. Uno de apego.

Y el idioma, ¿cómo lo manejas?

Es increíblemente difícil. Nosotros nos exponemos al inglés y un poquito al italiano y al francés, pero el mandarín no se parece en nada. Es muy distinto en la manera que se pronuncia y se escribe. Las vocales pueden tener cuatro tonos diferentes, y las letras entre tres y cuatro significados diferentes. Todo depende de la entonación. Es bien difícil aprenderlo. Después de muchas horas de clases, sabemos lo básico para manejarnos en las tiendas y con los taxistas. Para aprender a escribir no tenemos planes. No son palabras, sino caracteres que presentan un concepto. Es un vocabulario muy diferente.

¿Y la comida?

En la manera que sazonan la comida es diferente. Nosotros estamos en un área donde el paladar es neutral, aunque un poco dulce. China siendo un país tan grande, en cada región tiene su cocina y sazón diferente. Donde nosotros vivimos en la parte central de China, la dieta está basada en arroz blanco, mucha carne de cerdo, pollo y vegetales, así que en ese sentido no nos va tan mal. Pero en la manera que sazonan, hay que ajustarse.

¿Y cómo es la dinámica de conseguir ingredientes para cocinar?

Te diría que en los mercados locales conseguimos el 70% de los ingredientes y productos que necesitamos para cocinar. Donde vivimos hay una alta concentración de extranjeros y hay mercados con aplicaciones donde puedes pedir online y luego te llevan la compra a la casa. Es bien conveniente. Siempre hay cosas que nos hacen falta y ahí es cuando entra mi mamá y nos envía desde Puerto Rico (cuenta entre risas).

¿Cómo tratan a los extranjeros en Suzhou?

Nos ha ido bien. En Suzhou están acostumbrados a los extranjeros, porque hay mucha presencia comercial internacional. Hay alemanes, estadounidenses, y una comunidad de españoles, venezolanos, mexicanos… puertorriqueños no hemos conocido. No nos sentimos amenazados ni incómodos.

En términos de criminalidad, ¿cuán segura es la ciudad?

En donde vivimos, la criminalidad es cero. Aquí en China, no hay armas. Solo las utilizan los militares. Las drogas son prohibidas y las condenas son severas (hay delitos que pueden ser castigados con la pena de muerte), así que la criminalidad es sumamente baja. Los fines de semana nos gusta caminar por la ciudad y lo hacemos sin ningún tipo de preocupación.

¿Cuánto conocen de Puerto Rico los empleados chinos de la compañía?

No tienen ninguna idea de Puerto Rico. Algunos creen que somos República Dominicana y otros ni idean tienen dónde queda el Caribe.

¿Con cuánta frecuencia viajas a la isla?

Tratamos de ir una vez al año. Es un viaje de 24 horas con las paradas (escalas en aeropuertos). Pero siempre nos mantenemos en comunicación con nuestros familiares a pesar de la diferencia de horas (12). Nos llamamos bien temprano a las 7:00 de la mañana, o las 7:00 de la noche.