Baler, Filipinas. España y Filipinas homenajearon hoy a "los últimos de Filipinas" en el 120º aniversario del sitio de Baler, episodio que simbolizó la amistad entre las dos naciones unidas por estrechos vínculos históricos y culturales.

En la iglesia San Luis Obispo de Tolosa, descendientes de los héroes de Baler rememoraron la salida de esos 33 supervivientes del destacamento de medio centenar que se atrincheró en esa iglesia durante 337 días, resistiendo un duro asedio de los insurrectos filipinos en el último coletazo de la guerra de independencia.

"El sitio de Baler es un ejemplo de reconciliación, de perdón y de reencuentro en la batalla entre dos pueblos", destacó a Efe el embajador de España en Filipinas, Jorge Moragas, que presidió el acto solemne de homenaje junto con el ministro de Defensa de Filipinas, Delfin Lorenzana.

El embajador recordó que es la primera vez que se reproduce la salida de la bandera española de esa iglesia y cómo los filipinos despidieron a los soldados españoles, el 2 de junio de 1899, con la guerra ya terminada, "tratándolos como amigos, no como adversarios".

El primer presidente de la Filipinas independiente, Emilio Aguinaldo, emitió el 30 de junio de ese año el conocido como decreto de Tarlac, en el que exaltó la resistencia heroica de los conocidos como "los últimos de Filipinas", a los que recibió en Manila ya quienes les entregó un salvoconducto para regresar a España.

Aguinaldo ordenó tratar a los rendidos "no como prisioneros, sino como amigos" por haber protagonizado una "epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo", según el texto del decreto.

Esa efeméride sirvió de pretexto en 2002 para establecer el 30 de junio como el Día de la Amistad Hispano-Filipina, aprobado por los parlamentos de los dos países para rescatar los lazos perdidos, que se conmemora cada año en diferentes ciudades filipinas y en particular en Baler, localidad de unos 40.000 habitantes ubicada en la costa oriental de la isla de Luzón.

"Además de recordar nuestro pasado común, tenemos el reto por delante de mantener viva la épica historia del sitio de Baler", indicó el ministro filipino de Defensa, Delfin Lorenzana, quien admitió que es un episodio histórico desconocido en Filipinas del que él supo hace pocos días por medio de Moragas.

En España tampoco fue un capítulo de la historia muy divulgado y con el fin de recordarlo surgió hace cinco años la asociación Últimos de Filipinas. Héroes de Baler, que integra a varios descendientes de los supervivientes, algunos presentes en el acto de hoy como Jesús Valbuena, bisnieto del cabo García Quijano, el primer herido del sitio.

"Fue un destacamento heroico, pero de un desastre traumático, como fue la pérdida de las últimas colonias. España quería pasar página cuanto antes y no recibieron el homenaje tan efusivo que hubieran merecido", contó a Efe Valbuena, hijo adoptivo de Baler.

Aunque la España en decadencia posterior al desastre del 98 se olvidó de estos soldados que lucharon por su patria hasta el último aliento, para los descendientes 120 años después "era el momento de brindarles una laureada popular".

Según Valbuena, la gesta de Baler es un hecho "sin precedentes" que "trasciende la historia de España o cualquier ideología" por dos motivos: por la insólita "oda al vencido" de Aguinaldo y porque fue el sitio más largo de la historia contemporánea, del 27 de junio de 1898 al 2 de junio de 1899, que se estudia como referente de un asedio en academias militares de medio mundo.

"Hoy conmemoramos que lo que comenzó con muerte, guerra y fatalidad, terminó en amistad y respeto mutuo", señaló el senador Sonny Angara, oriundo de Baler e hijo de Edgardo Angara, senador ya fallecido que promovió en 2002 la creación de un día de la amistad hispano-filipina en la efeméride del decreto de Tarlac.

"En vez de conmemorar cómo los colonizadores se rindieron después de un asedio de once meses, como nación recordamos que casi cuatro siglos de dominio español terminaron en reconciliación, amistad, compasión y camaradería", apuntó.

Aunque en el acto se rememoró a "los últimos de Filipinas" como héroes, su caso suscita opiniones enfrentadas ya que algunos los ven como unos obstinados empeñados en continuar su encierro incluso cuando la guerra ya había terminado, incrédulos ante las noticias de emisarios o de la prensa filipina.

Cuando se convencieron de la realidad y se rindieron quedaban 33 supervivientes, ya que dos oficiales, un fraile y doce soldados murieron por enfermedades como el beriberi -por la falta de vitamina B-, otros dos militares cayeron por balas enemigas, dos fueron ejecutados por desobediencia y seis habían desertado.