Mientras en Europa y Asia están alertas al inclemente calor que se siente este verano, en Puerto Rico, el presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, Víctor Ramos, alertó del aumento que ha habido en las salas de emergencia por casos de golpes de calor (heat strokes) en niños y ancianos, y la preocupación que esto provoca en la clase médica del País. La situación es angustiante, porque el calor no va a parar. 

Según anunciaron autoridades internacionales, el pasado mes de junio se registraron las temperaturas más altas de los pasados meses de junio desde 2010. Y los efectos son fatales.

Un reportaje de BBC Mundo, advierte que en Alemania, la ola de calor registrada el mes pasado fue tan intensa que comenzó a derretir una carretera en el centro del país. En Europa, literalmente, la gente ha estado muriendo de calor y al menos Francia trabaja para prevenir un evento similar a la ola de 2003, que provocó 15 mil muertes. 

Pero aquella ola se produjo en agosto y hay expertos que plantean que la ola que inició en junio puede ser especialmente peligrosa porque la gente ha tenido menos tiempo para adaptar gradualmente su fisiología al calor. La situación es doblemente crítica, porque esto ya se había advertido.

En un informe conjunto presentado en 2015 sobre olas de calor, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) habían señalado que las olas de calor más temprano en el verano están asociadas con mayores niveles de mortalidad que las que ocurren más tarde con las mismas temperaturas. Y ya en junio, temperaturas de hasta 124°F habían provocado muertes por decenas en India. En Europa, aunque no al mismo nivel, sí se han registrado muertes de personas de distintas edades en varios países.

Dann Mitchell, de la Universidad de Bristol en Inglaterra, dijo a BBC Mundo que dos factores provocaron la actual ola de calor.

“Uno de los factores es que las temperaturas globales están aumentando en todas partes (...) lo que ha hecho que la ola de calor sea más caliente”, explicó.

El otro no tiene que ver directamente con el cambio climático, sino con la llamada “climatología” del día a día. En el caso de Europa, la conjunción de un sistema de baja presión y con una alta presión provocó que el aire caliente del desierto del Sahara fuera succionado y dirigido hacia el norte. Sin embargo, hay quienes plantean que los cambios a gran escala sí modifican los patrones diarios del clima y que estas alteraciones serán más frecuentes.

“El patrón del tiempo es algo muy serio ahora”, aseguró Mitchell.

Una ola de calor, en su definición más convencional hace referencia a un periodo de tiempo (un par de días) en una región determinada. Sin embargo, la World Weather Attribution explica que el cambio climático provocado por el ser humano contribuyó probablemente de manera decisiva a agravar la intensidad de la gran ola de calor registrada en Europa el mes pasado. De hecho, plantean que debido a esto, las olas de calor en todo el mundo serán más probables, más repetidas y más intensas.

“Hemos experimentado una ola de calor cuya intensidad podría convertirse en la norma a mediados de siglo”, dijo Robert Vautard, científico senior del CNRS (Francia), en declaraciones citadas por el diario español La Vanguardia. 

Una de las causas más críticos del cambio climático es el aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero, “una realidad que ya estamos padeciendo”. 

Ese efecto del que llevamos años escuchando es el que tienen gases como el dióxido de carbono en la atmósfera: suben a las partes altas y retienen parte de la energía que recibe la tierra del sol. Esto es, la radiación del sol penetra nuestra atmósfera y calienta la superficie del planeta, pero al rebotar esa energía, o al liberarse la que se ha acumulado, y subir, los gases acumulados en la atmósfera impiden que se disipe y quede atrapada, provocando más calor.

De hecho, los pasados cuatro años han sido los más calientes de la historia. Y en su informe del año pasado, la OMM afirmó que la temperatura fue 1.8°F más alta que el período entre 1850 y 1900. Si esta tendencia continúa, la agencia avisa que en 2100 las temperaturas podrían aumentar entre 5º y 9ºF. 

Mitchell explicó a BBC Mundo que las olas de calor “serán la norma en el futuro”, aun si hay una transición rápida a energías renovables porque los gases de invernadero “pueden durar en la atmósfera más de mil años”.

El científico señaló que especialmente en sitios acostumbrados a temperaturas altas, “es importante que la gente entienda que un aumento de un grado respecto a lo que está acostumbrada puede ser muy perjudicial para la fisiología humana”.

“Tendremos que cambiar la forma en que vivimos, en que trabajamos, nos vestimos, viajamos. Tendremos que cambiar nuestros hábitos y dejar de pensar que estos episodios son excepcionales”, señaló la ministra de salud de Francia, Agnès Buzyn.