Residentes en la ciudad de Pacaraima, en el norte de Brasil, atacaron a inmigrantes venezolanos el sábado después de que un comerciante local fue víctima de un robo, apuñalado y golpeado en un incidente atribuido a cuatro migrantes, según las autoridades. 

Pacaraima, en el estado de Roraima, es un importante paso fronterizo con Venezuela, donde el caos económico y político llevó a decenas de miles de personas a emigrar a Brasil en los últimos años. 

Luego de una manifestación para protestar por el ataque al comerciante, grupos de residentes recorrieron la ciudad arrojando piedras a los migrantes y prendiendo fuego a sus pertenencias. 

Según la policía, el comerciante, que fue asaltado el viernes en la noche, está hospitalizado y se encuentra estable. 

El gobierno del estado de Roraima estima que más de 50,000 refugiados venezolanos cruzaron la frontera y duermen en albergues o a la intemperie, en carpas, plazas y calles. Esto supone casi el 10% de la población del estado, 520,000 habitantes. 

Para huir de la violencia, cientos de migrantes cruzaron la frontera de vuelta a Venezuela, explicó la policía. En un video publicado en el cibersitio de noticias G1, puede escucharse a un hombre gritando "Fuera. Fuera. Vuelvan a Venezuela". 

Wandenberg Ribeiro Costa, uno de los organizadores de la manifestación del sábado, dijo a G1: "Hemos expulsado a los venezolanos”. 

Claudio Lamachia, presidente de la Asociación de Abogados de Brasil, dijo en un comunicado que la violencia registrada en Pacaraima "expuso el drama humanitario que afecta a nuestros vecinos (...) que está intentando mejorar sus vidas y sobrevivir”. 

"El estado de Roraima no tiene las condiciones para albergar a todos los inmigrantes”, señaló, apuntando que cada día llegan a la región cerca de 800 venezolanos. 

Ante la crisis, en los últimos meses las autoridades intentaron limitar los servicios a los venezolanos y cerrar temporalmente la frontera. El gobierno federal y los tribunales impidieron estas propuestas. 

Milene de Souza, voluntaria en una iglesia evangélica, dijo a The Associated Press por teléfono que la situación es desesperada. 

"El mundo tiene que ver lo que está ocurriendo aquí, donde nadie sabe qué hacer", dijo añadiendo que a diario ayuda a ingenieros, médicos, abogados y otros profesionales venezolanos que ahora duermen en la calle “con sus diplomas escondidos bajo la almohada”.