Kabul.- Los gimnasios de lujo comienzan a abrirse paso en Afganistán, desafiando 40 años de guerra casi ininterrumpida en el país y el conservadurismo talibán, con escenas inimaginables durante el régimen insurgente como la de la entrenadora Rabia Behkam marcando entusiasta los ejercicios a su batallón de alumnas.

 "Hemos recorrido un largo camino para lograr estos derechos, este progreso. Nunca permitiremos que los talibanes reviertan los logros que las mujeres alcanzaron con tanto esfuerzo", afirmó a Efe Behkam, de 24 años, en el moderno gimnasio en el que trabaja en Kabul.

 El centro, de la conocida franquicia australiana F45, fue inaugurado este año como símbolo del nuevo Afganistán, donde, a pesar de los desafíos de seguridad, la situación es mucho mejor para las mujeres que durante el régimen talibán, aseguró la entrenadora.

 Situado en un vecindario relativamente tranquilo del sur de Kabul, un gran cartel de la franquicia marca la entrada al gimnasio, protegido por varias puertas blindadas y controles de seguridad ante la amenaza de ataques suicidas.

 Entonces el estruendo de la música avisa de la llegada a un mundo nuevo en este país azotado por la guerra: un centro repleto de pantallas de plasma y máquinas de hacer ejercicio de última generación.

Una inversión de $1.2 millones

El joven empresario Sanzar Kakar, de 36 años, invirtió 1,2 millones de dólares para adquirir la franquicia F45 -presente en más de 80 países- para todo Afganistán y hasta ahora ha inaugurado dos centros de la cadena en el norte y sur de Kabul.

 "Con todos los equipos de calidad, importados desde Australia, ofrecemos los mismos entrenamientos que se proporcionan en la central de F45", explicó a Efe Kakar, que detalló que, según el modelo de trabajo en estos gimnasios, "durante 45 minutos, con 4.000 ejercicios diferentes, cada vez se hace algo nuevo y único".

 La mayoría de los clientes en los centros de Kabul son gente de clase media-alta, que trabajan para organizaciones extranjeras o tienen sus propias empresas y están acostumbrados a hacer deporte desde la llegada al país de trabajadores humanitarios o las tropas de la misión de la OTAN con la invasión estadounidense en 2001.

 Ese estilo de vida occidental también lo importaron jóvenes afganos que viajaron al extranjero, llevando a ciudades como Kabul modernas cafeterías o tiendas de tatuajes.

 Kakar quedó prendado del tipo de gimnasios con entrenamientos profesionales que vio en sus viajes a Estados Unidos y Reino Unido, así que, aunque hay "gimnasios en todos los rincones de la ciudad", quiso comenzar su propia cadena con "estándares internacionales".

La amenaza de la guerra

Ahora está buscando lanzar su tercer estudio en Kabul y tiene planes de expandir su negocio rápidamente a otras provincias afganas importantes, a pesar de ser consciente de las amenazas de seguridad y el riesgo a su inversión por el incremento de la violencia.

 Según el Índice de Paz Global de 2019, del Instituto para la Economía y la Paz, Afganistán ocupa el último puesto en niveles de seguridad, de un total de 163 países.

 Además, las muertes de civiles han alcanzado durante los últimos meses niveles récord, con 1.174 muertos y 3,139 heridos entre julio y septiembre, de acuerdo con la ONU.

 Pero algunos, incluido Kakar, creen que la inseguridad y la guerra no deberían detener la modernización de Afganistán.

 "Hemos progresado enormemente desde 2001, en la calle donde ahora se encuentra el gimnasio solo había una panadería rodeada de casas en ruinas, pero ahora puedes encontrar todo tipo de instalaciones; desde cafés de lujo hasta billares, boleras", aseguró el empresario.

 Por eso Kakar está seguro de que, si la paz llega al fin a Afganistán, el país experimentará "un progreso aún más rápido y sin precedentes".

Talibanes

 El empresario también se mostró optimista ante un proceso de paz con los talibanes, a pesar de que Estados Unidos canceló abruptamente el pasado septiembre las negociaciones que mantenía desde hace un año con los insurgentes.

 Un acuerdo entre insurgentes y Washington debía abrir la puerta al inicio de las conversaciones interafganas entre talibanes y el Gobierno de Kabul, un paso que Kakar todavía ve posible.

 "Como todos, los talibanes también están cansados de la guerra. Estoy seguro de que al final la guerra terminará y vendrá la paz, no debemos perder nuestra esperanza de paz", sentenció.