Montevideo. En una de las épocas más duras de España, en la que el caos, la sangre y la crisis política eran moneda corriente, tres uruguayos arriesgaron todo -dos de ellas incluso sacrificaron su vida- para ayudar a quienes eran perseguidos por las milicias republicanas durante la guerra civil (1936-1939).

Las historias de Daniel Cibils y las hermanas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella son contadas en el libro “Cuando todo pase” (Planeta), del escritor uruguayo Diego Fischer, quien describe de una manera detallada el ambiente de aquella España azotada por un conflicto de tres años y miles de muertos.

El punto en común de estos tres personajes es que, desde su lugar, todos pusieron un granito de arena para liberar a personas que se encontraban en peligro de ser secuestradas y asesinadas por las milicias republicanas.

Según cuenta el escritor a Efe, la idea de este libro surgió a partir de conocer la historia de Cibils, que sólo sabían sus familiares, y comenzar así una investigación periodística que dio lugar a una recopilación de datos, hechos y narraciones.

“Daniel Cibils, que para la época en la que se ubica la historia tenía 14 años, era el ahijado y sobrino del embajador Daniel Castellanos que iba a presentar sus cartas credenciales ante Alfonso XIII. En 1930 presenta las cartas credenciales ante el rey y tengo entendido que fue el último diplomático que lo hizo porque en abril (de 1931, el rey) renunció y se marchó al exilio”, narra Fischer.

Este joven se había quedado huérfano de padre y por ello Castellanos lo adopta y lo lleva consigo desde Uruguay hasta España, con miras de empezar una nueva vida en el prestigioso Real Colegio Alfonso XII.

Sin embargo, nunca pensó que ese sería un punto de inflexión para ese joven, que ya había hecho buenas migas con sus compañeros españoles por su talento en el fútbol, y que durante la guerra utilizaría sus contactos diplomáticos para salvar a cerca de 80 jóvenes de ese centro junto a sus familias.

“El libro va mostrando la vida en ese Madrid que va cambiando, una ciudad que se va apagando, entristeciendo por hechos de violencia y por los cambios políticos que se van procesando”, explica el escritor.

Según Fischer, estos sucesos y el avanzar de la crisis provocaron en los personajes de la historia cuestionarse el porqué de los hechos, entre ellos cómo algunos quemaban iglesias o conventos (ellos eran muy religiosos), y ello los ayudó a tomar sus decisiones.

“Lo que hizo Cibils fue nada más y nada menos que salvar la vida de entre 60 y 80 excompañeros de clases del Alfonso XII pidiéndole a su tío (Castellanos) para darle protección y refugio en la embajada uruguaya. Era un muchacho de 20 años”, enfatiza.

LAS MÁRTIRES URUGUAYAS

Dolores y Consuelo fueron dos personas emblemáticas durante estos años. Ellas tenían una amplia tradición religiosa y, luego de que muriera su madre, fueron a vivir a un colegio.

La vida golpeada de estas dos jóvenes, principalmente la de la mayor -Dolores-, que quiso ser monja pero una neumonía le dejó consecuencias físicas que la imposibilitaron, también tuvo un duro desenlace cuando fueron secuestradas y asesinadas.

“Dolores, ayudada por Consuelo, comienza a tener una participación activa en distribuir en casas de familia, de exalumnas y de gente de confianza a las propias religiosas porque sabían que las iban a buscar y matar”, explica Fischer.

Este accionar despertó la atención de los milicianos que, al notar que las uruguayas estaban protegiendo a familias que eran buscadas, no se quedaron de brazos cruzados y fueron detrás de ellas.

Una vez secuestrada Dolores, los milicianos “tiran un señuelo” para poder atrapar a la madre superiora María de la Yglesia y a Consuelo.

En una iglesia desmantelada, ubicada en las afueras de Madrid, que funcionaba como centro clandestino de torturas, las dos hermanas fueron violadas y asesinadas, relata el autor.

“La muerte de estas mujeres lo que hace es completar una serie de mensajes siniestros que las milicias comunistas le envían a la embajada de Uruguay y a los diplomáticos de Argentina y México que estaban dando refugio a miles de opositores a la República”, detalla Fischer.

Estos hechos sirvieron como “el mensaje final” de las milicias hacia los diplomáticos que culminó con la ruptura del gobierno uruguayo -del dictador Gabriel Terra (1933-1939).

La trágica muerte de las dos hermanas culmina con que ambas fueran beatificadas por el papa Juan Pablo II en un país laico como Uruguay.

El libro cuenta una historia hasta ahora desconocida por muchos, que mezcla la tragedia, el coraje y la voluntad de tres uruguayos que no temieron en ayudar a quienes lo necesitaban en uno de los momentos más difíciles de España.

“Fueron tres personas de enormes convicciones y valores, que ejercieron lo que les habían inculcado, la solidaridad en su máxima expresión. A pesar que entre ellos el vínculo era pequeño, no se conocían, después la historia los unió pero fue un gesto de una generosidad y humanidad extraordinaria”, concluye. Federico Anfitti