Áurea Vázquez Rijos pasará el resto de sus días tras las rejas, luego de que el juez federal Daniel Domínguez la sentenciara a cadena perpetua por encabezar la conspiración que derivó en el asesinato de su esposo, el empresario canadiense Adam Anhang, el 22 de septiembre de 2005.

De esa manera, el magistrado pasó por encima de las objeciones de la defensa, que solicitó una pena no mayor de diez años, amparados en el planteamiento de que el jurado no recibió las instrucciones correctas al momento de alcanzar un veredicto, y que el acuerdo de extradición entre España – país donde fue detenida Áurea en junio de 2013– y Estados Unidos no contempla la imposición de cadena perpetua en casos en que el acusado sea encontrado culpable.

La defensa, liderada por la licenciada Lidia Lizarríbar, adelantó que apelará la culpabilidad de Áurea.

La hermana de Áurea, Marcia igualmente fue condenada a cadena perpetua.

 La sentencia del tercer coacusado, José Ferrer Sosa, exesposo de Marcia, que se extendió hasta luego del receso del tribunal, fue igualmente de perpetua.

Reafirma su inocencia

En su alocución previo a recibir la sentencia, Áurea reiteró su inocencia y acusó al padre de Anhang, Abraham, de encabezar una campaña de “asesinato de carácter” en su contra.

“Este es mi momento de defenderme. Han sido tantos los años que he esperado por la oportunidad de hablar que ahora no sé por dónde empezar. Pero debería ser por el asesinato de carácter por parte de los publicistas que contrató Abraham Anhang. Todo lo que dije fue la verdad, nunca mentí, como sí lo hicieron todos los testigos de la fiscalía. Mi error fue confesar que un año antes de casarme con Adam, por error y producto de la frustración, me acosté con un hombre con micropenia.”, manifestó Áurea en inglés, mientras miraba fijamente a los miembros de la familia de su fenecido esposo.

“Ustedes perdieron (a Adam), pero yo también perdí. Me amenazaron por mucho tiempo”, expresó la viuda, al arremeter nuevamente contra el padre de Adam, de quien dijo enviaba fotos a la escuela donde estudiaban los hijos de Áurea en Italia con el objetivo de que fueran acosados.

En varias ocasiones Áurea hizo referencia al caso de Jonathan Román Rivera, a quien un tribunal encontrara culpable en octubre de 2007 por el asesinato del empresario canadiense, antes de ser liberado a mediados del año siguiente como resultado de la pesquisa realizada por las autoridades federales.

“Es la segunda vez que personas inocentes son acusadas. Abraham es un delincuente. Pero te perdono por destruir mi vida, por destruir la vida de mis hijas. Todo este proceso fue un teatro. Yo no creo, yo sé que no recibí un juicio justo”, argumentó la mujer, ya sin poder contener el llanto.

“Soy inocente como Jonathan Román. Creo en la justicia divina y voy a prevalecer, por mis hijas, por mi madre, por mí. A mis hijas les voy a dar el amor maternal que necesitan. Soy inocente y el tiempo lo probará”, subrayó Áurea.

Minutos antes de su alocución, la madre y la hermana de Adam habían tenido su turno para expresarse en sala.

“Cuando mataron a nuestro hijo, nuestro mundo se destruyó. Recuerdo que mi esposo entró al cuarto y dijo ‘nuestro hijo fue asesinado’. Se sintió como si el mundo se deshiciera a nuestros pies. Justo cuando (Adam) entraba al mejor momento de su vida, todo acabó”, dijo afligida Bárbara Anhang, progenitora del difunto.

“Todas las esperanzas y sueños que teníamos fueron destruidos en un instante. Los acusados no han demostrado ningún arrepentimiento porque no tienen alma. Se han ganado la sentencia máxima de vida en prisión”, subrayó.

Por su parte, Becky Anhang, habló sobre las huellas que ha dejado en toda la familia la muerte de su hermano.

“Los acusados son culpables de que tengamos que revivir el asesinato de Adam una y otra vez al levantarnos y verlo en la televisión y los periódicos. Son responsables de que, en su retiro, nuestro padre se haya visto obligado a embarcarse en una búsqueda internacional por los asesinos de su hijo. De que nuestra madre viva una pesadilla y sufra de náuseas constantemente”, dijo.

Como parte de la vista de sentencia, la defensa de Áurea interrogó mediante videoconferencia a Isaac Abad Gómez, quien era el abogado de la mujer al momento de su extradición de España a Puerto Rico en diciembre de 2013.

Abad Gómez argumentó que, dado que en el país europeo no existen la cadena perpetua ni la pena de muerte, la orden de extradición de Áurea se expidió bajo la premisa de que no estaría expuesta a esas condenas bajo la jurisdicción estadounidense.

“Los tribunales (estadounidenses) entiendo que tienen la libertad de hacer lo que quieran pero eso pudiera comprometer futuras extradiciones”, sostuvo el abogado español.

La jefa de los fiscales federales en Puerto Rico, Rosa Emilia Rodríguez, reconoció posterior a la sentencia de Áurea que el gobierno estadounidense se abstuvo de perseguir la pena de muerte en aras de lograr la extradición.

“Definitivamente. Este era un caso para pena de muerte. Lo hablamos con los familiares, y obviamente la queríamos aquí porque había que hacer justicia. Dentro de lo que teníamos de opciones, dijimos que sí”, explicó a la prensa a su salida del tribunal federal en el Viejo San Juan.

La llamada "viuda negra", acusada de planificar el asesinato de su esposo, ha llamado la atención por modificar su cabello a través de los años.

Por otra parte, tanto la defensa de Aúrea como la de Marcia, expusieron que al jurado no se les explicó correctamente que la muerte Adam Anhang suponía un agravante a la acusación de utilizar medios interestatales para planificar un asesinato. Por lo tanto, solicitaron que las penas carcelarias no excedieran los diez años.

El juez Domínguez, sin embargo desechó el planteamiento bajo la premisa de que, según la jurisprudencia existente, cuando existe “amplia evidencia” de que la muerte de la víctima ocurrió producto de la conspiración, no tiene por qué limitarse al dictar sentencia.