“Papi, te perdono. Mami, yo te amo”.

Era el grito desesperado del joven Jan Carlos Rosario en medio de la tragedia que culminó con la vida de progenitores, Celestino Rosario Ruiz y Marta Rosa Alvarado, cuyos cuerpos fueron hallados en la cocina de su residencia en el barrio Santo Domingo, de Peñuelas.

La desgarradora escena registrada cerca de las 8:30 de la mañana del Lunes Santo, aparentaba tratarse de un asesinato y suicidio; hecho que consternó tanto a la familia como a vecinos y conocidos de esta pareja quienes no salían de su asombro ya que no aparentaba tener problemas.

De hecho, según el fiscal Ildefonso Torres Rodríguez, ninguno de los occisos tenía expediente de violencia de género ni órdenes de protección.

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Celestino, de 60 años y padre de seis hijos, era propietario de un taller de mecánica cercano a su residencia conocido como “Los Tinos”, el cual trabajaba junto a su hermano José Alberto “Berto” Rosario Ruiz.

Mientras que su esposa Marta Rosa y madre Jan Carlos - único hijo que tuvieron como pareja - fue descrita como una mujer alegre que esperaba la llegada de su primer nieto.

“Es un derrumbe, y después en Semana Santa”, confesó José Alberto, quien quedó a cargo del taller desde que su hermano “Tino” se pensionó.

“Los veía normal, digo, todo matrimonio tiene sus problemas, pero que me hubiese percatado de que tenían un problema grande, no. Mi hermano era el mejor del mundo, esto ha sido bien grande”, dijo el hombre en medio del llanto.

En el lugar, atestado de personas que conocieron a Tino y Marta, estaba una sobrina, aún tratando de asimilar la trágica noticia.

“Yo me enteré por las redes sociales, y luego mi abuelo me llamó para decírmelo. Esto ha sido demasiado triste, porque no esperábamos nada de eso, muy sorprendente todo. Aquí todo el mundo los conocía”, expresó Alondra Pacheco, sobrina de don Celestino.

‘(Ellos) iban a la iglesia católica del pueblo y nunca nos íbamos a imaginar que ocurriera nada de eso, porque llevaban muchos años. Marta era una mujer alegre, le gustaba salir, estar bien arreglada, y él salía con ella para todos lados”, agregó Pacheco de 20 años.

De igual manera se expresaron vecinos y conocidos, que tampoco salían del asombro y hasta se consolaban unos a otros.

“Se veía una pareja feliz que siempre compartían siempre juntos; a esa pareja la conocía todo el mundo aquí y todo el mundo se llevaba con ellos. No sé lo que pasó, esto me sorprendió porque la última vez que lo vi fue el sábado cuando pasó por casa y se veía normal, por eso estoy aquí porque todavía no lo creo”, dijo el vecino, Ángel Caquías.

“Eran buena gente, esto me sorprendió, si yo los vi ayer frente a la casa y no se veían tristes ni nada, tampoco estaban peleando. Estaban normal, como siempre”, exclamó otro de sus vecinos, Hermelindo Caquías, cuya residencia colinda por la parte posterior a donde sucedió la tragedia familiar.

Cerca de las 11:00 de la mañana, llegó uno de los hijos de Celestino, el agente Jonathan Rosario, el cual se fundió en un intenso abrazo con su tío Berto, y más adelante con su hermano Jan Carlos de 24 años, quien convive con su pareja en otra casa.

Cabe destacar, que una de las hermanas de Marta a quien no pudimos identificar, gritaba desconsolada “yo se lo dije; Dios mío no llegué a tiempo”.

En tanto, el fiscal de turno y agentes adscritos a la División de Homicidios del área de Ponce investigaban la escena en el interior de la residencia a donde se ocupó el arma homicida, presuntamente propiedad de Rosario Ruiz el cual tenía licencia de armas.

“Los cuerpos estaban en el área de la cocina, se ocupó un arma de fuego que es parte de la investigación. Estamos hablando de por lo menos, uno o dos impactos de bala, cada uno de los occisos”, manifestó el fiscal Torres Rodríguez antes de ordenar el levantamiento de los cuerpos entregados al Negociado de Ciencias Forenses.