La mujer policía que fue suspendida sumariamente de empleo, tras la difusión en redes sociales de fotos digitales en la que aparece en posiciones sexualmente explícitas en un cuartel, ha sido víctima por partida doble de estos ataques cibernéticos, ya que hace dos años, aspectos íntimos de su vida fueron divulgados de la misma manera, aseguró hoy, sábado, el presidente del Frente Unido de Policías Organizados (FUPO), Diego Figueroa.

El FUPO asumió la representación legal de la agente, quien, según Figueroa, sufre lo que denominó “nuevo síndrome de la mujer policía maltratada”, porque, a su juicio, la Policía ha sido negligente al manejar las particularidades de su situación y también la de muchas trabajadoras víctimas del “discrimen machista”.

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Figueroa dijo que hace alrededor de dos años, la agente fue víctima de un ataque cibernético por parte de otros policías, quienes mancharon su reputación. Fue objeto de burla de parte de sus compañeros de trabajo y le ocasionaron sufrimientos a sus familiares, tras la difusión de su nombre en un relato de vida íntima difundido a través de las redes sociales, sostuvo el líder de la FUPO.

 En entrevista con este medio, Figueroa explicó que la agente se querelló administrativamente y señaló a los responsables, pero como la Policía supuestamente no tomó ninguna acción en su defensa, optó por presentar su renuncia para acogerse a un retiro temprano. En ese momento, viajó a los Estados Unidos para comenzar una nueva vida, reveló Figueroa.

Sin embargo, tuvo que regresar a la agencia y retirar la renuncia porque para esa fecha el superintendente, Héctor M. Pesquera, le envió una carta notificándole que le otorgaría una “renuncia deshonorable”, si no se incorporaba a sus labores. El asunto se relacionaba con una investigación administrativa en su contra, a raíz de una reclamación ciudadana por un boleto de tránsito, argumentó Figueroa.

La agente fue incorporada a la agencia sin ser evaluada física, ni psicológicamente. Solo se le entregó un arma de fuego y fue asignada a una unidad de alto riesgo, agregó Figueroa. La mujer, madre de tres hijos, acumula al presente 16 años de servicio en la Policía.

“La Policía no tomó providencias ante el estado emocional de esta mujer”, argumentó Figueroa.

Meliá en la doble vara

El líder gremial, además, fue enérgico al indicar que la Policía no ha implantado un programa de ayuda a las mujeres que laboran en la agencia, quienes, además de desempeñar un trabajo de alta demanda y sensitivo, son víctimas de diferentes formas de abuso, incluyendo el machismo.

“La Policía no ha podido elaborar un plan dirigido a establecer una política para atender los casos de este género en esta agencia. O por lo menos, si está escrito no ha sido puesto en vigor. Las mujeres policías sufren de abusos en sus distintas formas, en su trabajo y en sus casas y muchas de ellas no tienen fuerzas para defenderse porque tienen mucho que perder en esta sociedad machista”, sostuvo Figueroa.

Tras argumentar que en la Policía hay distintas varas para medir la supuesta inmoralidad y que estos casos reciben un tratamiento diferente si el protagonista es un hombre, recordó el caso del exjefe del negociado de Tránsito, Enrique Meliá León, cuyas fotos vistiendo su uniforme y con su miembro viril expuesto, posando con dos mujeres policías en su oficina del Cuartel General, fueron eje de un escándalo en la década del noventa.

“Cuando el coronel Meliá posó con su pene expuesto y las copias de las fotos se distribuyeron por todos lados, no tomaron ninguna acción. Claro, para esa fecha no existía el Internet, pero todo el mundo la vio. Pusieron su miembro viril como un trofeo de adoración”, exclamó airado Figueroa.

Meliá fue convicto por los delitos de soborno agravado, crimen organizado y lavado de dinero. El alto oficial policiaco cumplió alrededor de cuatro años de cárcel y mientras estuvo privado de su libertad, escribió un libro para denunciar que fue confinado injustamente.

Figueroa hizo un llamado a la Procuradora de las Mujeres, Wanda Vázquez, para que ponga a disposición los recursos de su oficina, entre ellos los de psicología, en beneficio de la agente suspendida, quien dijo está devastada pero firme en llevar su caso hasta las últimas consecuencias.

El presidente de FUPO indicó que también podría sospechar de las personas que atacaron cibernéticamente por primera ocasión a la mujer policía.

Los asesores legales del gremio se encuentran analizando la posibilidad de demandar al gobierno por los daños causados a la agente, quien considera ha sido la víctima de toda esta situación. A su vez, criticó al superintendente José L. Caldero por sus expresiones públicas sobre el asunto, al aseverar que mancilló el uniforme de la Policía y la bandera de los Estados Unidos.

“Se acabó el jueguito, vamos a demandar al Estado, a la Policía y a todo aquel que tenga que ver con esto, porque le han ocasionado un daño mayor a esa mujer que ha sido víctima del Síndrome de la Mujer Policía Maltratada. Esto se tiene que acabar”, sentenció airado Figueroa.

El viernes, Caldero López le notificó a la agente la suspensión sumaria de empleo por entender que las imágenes divulgadas “laceran el buen nombre de la Policía de Puerto Rico”. En breves declaraciones textuales, el funcionario identificó por su nombre y apellido a la agente. Luego anticipó por escrito que no emitiría más señalamientos sobre el tema hasta que se complete la pesquisa del caso.

Se estipuló un término de diez días laborables a partir de la fecha de notificación de suspensión sumaria para solicitar una vista administrativa y apelar la decisión.