Roberto Cacho, quien fuera socio de Adan Anhang Uster, presuntamente asesinado por encargo de su esposa, la exreina de belleza puertorriqueña Áurea Vázquez Rijos, recordó hoy que el hombre de negocios canadiense le ocultó haberse casado con la acusada.

El empresario puertorriqueño testificó hoy en la segunda jornada del juicio contra Vázquez Rijos, su hermana y el exmarido de esta, los tres acusados de conspiración para asesinar, por encargo, a Anhang Uster.

El hombre de negocios canadiense se casó en 2005 con Vázquez Rijos y al poco tiempo, según fue señalado durante el juicio, quiso divorciarse de la mujer puertorriqueña, aunque no le dio tiempo, porque cerca de la medianoche del 22 de septiembre de ese año fue violentamente asesinado.

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La mujer, antes de casarse con Anhang Uster, firmó un acuerdo prematrimonial que establecía que si moría uno de los cónyuges la parte sobreviviente se quedaría con el 30 % del patrimonio del fallecido.

"Entendí que ella se convirtió en socia del negocio a través de Adam. Si él moría había que pagarle 8 millones de dólares porque valoró -el empresario canadiense- la compañía en 24 millones de dólares", dijo Cacho a preguntas de la fiscal Jenifer Hernández.

Cacho aclaró que Anhang Uster hizo una valoración de 24 millones del negocio que ambos poseían, S&K Development, pero que no se trataba de una cantidad de la que dispusieran en efectivo.

Recordó que su socio le compró a Vázquez Rijos un automóvil cuando apenas llevaban semanas de relación y que después le ayudó financieramente a poner dos restaurantes en el Viejo San Juan, el casco histórico de la capital puertorriqueña.

Los dos negocios eran "Fusion" y "Pink Skirt", este último en el que trabajaban su hermana y el exmarido de esta, ambos sentados también en el banquillo de los acusados.

Cacho dijo que conoció a la acusada en el año 2003 en el restaurante "Ají" de la capital puertorriqueña y que Vázquez Rijos le comentó que tenía un negocio que consistía en poner en contacto a hombres de negocios.

Sostuvo, en respuesta a la abogada de Vázquez Rijos, Lydia Lizarribar, que supo que Anhang Uster se había casado con la acusada en el momento en que hubo que firmar unos documentos en los que se requería detallar el estatus civil.

Cacho aclaró que el dinero que Anhang Uster destinaba a su esposa provenía del negocio de los dos empresarios dedicado al desarrollo de proyectos inmobiliarios.

En cuanto a la muerte de su socio, recordó que la mañana después de los hechos un conocido le telefoneó para decirle que viera la noticia en las televisiones.

Relató que pocas horas antes del asesinato, Vázquez Rijos le telefoneó para preguntarle dónde se encontraba Anhang Uster, ya que no le respondía sus llamadas y que le dijo que se encontraba en una reunión de negocios.

Contó que la acusada se presentó en su oficina y le indicó, nerviosa, que pensaba que su marido le estaba rechazando las llamadas.

Cacho relató que la mañana que siguió al asesinato fue junto al agente de la Policía Luis Miranda a la vivienda de Anhang Uster y que al llegar vio a la hermana de la principal acusada sacando unas bolsas negras que contenían ropa de su socio.

Dijo sentirse impactado porque horas después de la muerte alguien se dedicara a sacar pertenencias del fallecido.

El juicio llega después de que en 2007 un tribunal encontrara culpable del asesinato del empresario a Jonathan Román Rivera, por lo que fue sentenciado a 104 años de cárcel.

Alex Pabón Colón, un delincuente apodado Alex “El Loco”, se declaró culpable en 2008 del asesinato de Anhang Uster a petición de Vázquez Rijos, lo que permitió la excarcelación de Román Rivera.

Las autoridades estadounidenses pidieron la extradición de la acusada desde Italia, donde vivía, lo que no fue posible por falta de acuerdo bilateral, por lo que no fue hasta 2013, en un viaje a Madrid, cuando fue arrestada y desde allí llegó a Puerto Rico.

El juicio, por compromisos del juez, se reanudará el próximo 10 de septiembre.