En unas horas, se cumplirán siete meses del asesinato de Nashaly Cristina Torres Vargas, quien fue acribillada a balazos frente a una panadería en el sector La Pulga de Villalba tras ser perseguida por varios sicarios que la acecharon desde un negocio en el barrio Romero hasta acabar con su vida.

Sin embargo, luego del brutal crimen de la joven de 22 años registrado el 6 de octubre de 2020, la Fiscalía impuso una orden de mordaza en el caso que ha impedido el acceso a información de la pesquisa, incluso a su familia que ni siquiera ha recibido el informe forense.

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De acuerdo con la madre de la occisa, Michelle Vargas Rosario, “al día de hoy yo no tengo información sobre el caso de mi hija”.

“Me he comunicado con la Comandancia del área de Ponce, con el área de Homicidios para saber sobre el caso, pero no me dan información. Todavía no he recibido el informe de medicina forense de mi hija… ni siquiera sabemos cuál fue la causa de muerte, aunque muchas personas puedan decir ‘bueno, había muchos casquillos; la asesinaron a tiros”, denunció Vargas Rosario a quien le sobreviven dos hijos.

“Yo necesito saber la hora específica de la muerte de mi hija, yo necesito saber lo que hay en ese informe de balística… hay unas cosas como madre que necesito saber y no tengo información. El carro de mi hija lo retiraron de Comandancia en Ponce hace escasamente un mes… estuvo prácticamente seis meses en la Comandancia, no se había trabajado la balística”, reveló.

Vargas Rosario confesó que, a pesar del tiempo transcurrido desde que asesinaron a su hija, su herida se abrió al conocer los recientes feminicidios de Andrea Cristina Ruiz Costas y Keishla Marlen Rodríguez Ortiz.

“Esa consigna de ‘ni una más’, ‘ni una menos’, ‘si tocan a una nos tocan a todas’ es una realidad. Nosotros volvemos a revivir el dolor de esas madres que sabemos que van a empezar a pasar un proceso de duelo bien difícil y que, en el mejor de los casos, teniendo la fe siempre puesta en el Señor, lo hacemos junto con la familia y buscamos todas las ayudas habidas y por haber”, relató.

“Cuando vemos este tipo de caso como el de Andrea, el de Keishla, nos repensamos y nuestras oraciones están con esas madres y buscamos la manera de que estas familias se regocijen sabiendo de que los agresores finalmente van a tener su día en corte, pero levantamos nuestra voz ahora por todas esas que todavía estamos esperando que se haga justicia”, sostuvo.

Michelle ha pasado su proceso de pérdida brindando apoyo a otras familias en situaciones similares a través de la Fundación Steenbakkers Betancourt a donde también comparte con madres víctimas del crimen.

Desde allí, clama para que se haga justicia tanto en el caso de su hija como el de la mayoría de estos crímenes pues “según las estadísticas solo el 20% de los casos de feminicidios del año pasado se esclarecieron”.

“Eso es básicamente nada cuando vemos la cantidad de mujeres que mataron el año pasado y por las que vamos en este año. Estamos hablando de aproximadamente 13 mujeres que ya han asesinado en lo que va de año, así que es un tema que no podemos tocar por encima sino un tema que tiene un trasfondo, un tema que hay que darle importancia, es una situación de País”, alertó.

Confesó que teme por su vida y la de su familia.

“Me sobreviven dos hijos, tengo un varón, tengo nietos, tengo nietas. Yo temo por la vida de mi familia, yo temo por la vida de mi sobrina, de mi sobrino, de mis hermanos, de toda la familia que me rodea porque no hay seguridad en las calles de este País, no la hay. Un agresor está en cualquier parte, no tiene un sello que diga ‘soy un asesino”, lamentó.

“Mi deseo es que jamás volver a ver a otra mujer o a otro hombre asesinado, porque si hablamos de perspectiva de género tengo que ser justa y creo que se debe hablar de perspectiva de género. Aquí están matando hombres y mujeres, pero cuando se trata de una mujer es una fibra más fina porque nosotros nacemos de una mujer. Ese es mi clamor”, agregó.

De otra parte, apeló a la colaboración ciudadana para el esclarecimiento de estos casos y a la vez, condenó la difusión de fotos y videos de las personas asesinadas.

“Soy citada a la Legislatura de este País para establecer unos estatutos legales donde se prohíba la difusión y distribución de fotos y videos de las escenas de los asesinados porque es un crimen doble. Eso es una falta de respeto, es una morbosidad, es asqueante que tengas que ver a tu hija en las redes después que la mataron, expuesta, y que la gente lo siga compartiendo”, censuró.

Admitió que actualmente su familia se encuentra trabajando en el proceso de perdón. No obstante, hizo un llamamiento a los asesinos de su hija para que tomen conciencia y desistan de continuar quitándole la vida a otros seres humanos.

“Yo no creo en la violencia sino en el amor y el perdón. Nosotros estamos trabajando un proceso de perdón, de abrir canales… un proceso de pedirle a los asesinos de mi hija que de alguna manera entiendan que son hijos, que tienen una madre, unos hijos, una esposa, unas hermanas que en cualquier momento le puede pasar igual. Yo estoy pidiéndole a los que le hicieron eso a mi hija que de alguna manera recapaciten y salgan de estar haciendo lo que están haciendo”, argumentó.

“Es bien fácil, es un sentimiento de hombría montarte en un vehículo y perseguir a una joven durante tantos minutos, acosarla, hacerle una encerrona para no poderse escapar como lo sabemos y entre muchos de ellos hacer lo que hicieron… no estamos hablando de uno ni de dos, fueron muchas personas las que participaron y colaboraron. Hay diferentes tipos de calibres de armas, lo que nos deja saber que no fue una sola persona, o sea, analiza cuando llega el momento de arrebatarle la vida a una persona, ¿a cuántas más se la estás arrebatando”, resaltó.

Finalmente, insistió en el dolor que queda tras el asesinato de un hijo, sobre todo, cuando la infortunada dejó huérfano a un niño de cuatro años.

“Nashaly tenía un hijo de cuatro años que todavía la espera, que todavía llama todas las noches a la puerta a preguntarme ‘mamá ¿llegó mi amor? ¿cuándo viene? ¿Ya viene por ahí?”, recordó.

“Es un niño que ahora mismo tenemos en terapia porque no acepta que su mamá no lo ha venido a buscar. Piensa que su mamá lo dejó. Hay una familia entera sufriendo esa pena y entonces, el agresor no se lleva a la víctima solamente, sino que se lleva a la familia con ello”, concluyó.