El oficial correccional Pedro A. Montes Collazo, de 46 años, quien se privó de la vida en la mañana de este viernes mientras se disponía a entregarse a las autoridades como sospechoso de cometer tres crímenes en el área sur, tenía decidido el fatal desenlace a juicio del teniente Raúl Negrón, principal negociador de la Policía y director de la División de Arrestos Especiales y Extradiciones que encabezó el amplio operativo.

Montes Collazo, quien era sospechoso de los asesinatos de su expareja, de un guardia penal de la Cárcel Guayama 500 y de una vecina suya en Patillas, estaba internado en un monte del sector California del barrio Calzada, en Maunabo, comunidad donde vive su familia, desde la madrugada de ayer, tras hacer caso omiso a los comandos de los agentes para que se entregara, tras localizar cerca de la playa su vehículo marca Toyota Yaris, gris.

“El equipo de negociadores, te estoy hablando como negociador, hizo todo lo posible, utilizaron todos los recursos. De verdad, se dejó todo ahí para poderle salvar la vida, pero ya eso lo tenía decidido”, sentenció Negrón en entrevista con Primera Hora.

El teniente -que ha participado de 46 negociaciones y, a su vez, es instructor-, aseguró que dieron el máximo para convencerlo de que se entregara.

Recordó que Montes Collazo mantuvo comunicación con sus familiares, los cuales tampoco lograron que depusiera su actitud.

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“Es una experiencia difícil, porque nosotros no juzgamos, nosotros lo que queremos es salvar esa vida humana como negociador, evitar una confrontación, pero la probabilidad aquí de sacarlo con vida eran pocas, porque con la situación y las circunstancias tú como negociador sabes que esa probabilidad la tienes latente todo el tiempo”, manifestó.

Negrón relató que las negociaciones concretas para su entrega surgieron entre anoche y la madrugada de hoy cuando el fugitivo aseguró que a partir de las 7:00 a.m. haría cumplir su promesa y no fue así.

“Desde las 6:00 de la mañana se está haciendo la negociación para que se entregue. Pasaron las 7:00 y cuando llegaron las 7:50 ya había comenzado a bajar para entregarse y nos dice: ‘denme dos minutos más para pensarlo’. Lo estábamos esperando, estaba cerca, colgó la llamada y se escuchó la detonación”, narró el teniente, quien se reservó el contenido de las conversaciones.