Como si se tratara de regalos en una feria y no artículos de primera necesidad, el presidente Donald Trump lanzó al menos cinco rollos de papel toalla hacia un grupo de unas 200 personas en la iglesia evagélica Calvary Chapel ubicada en el sótano de un centro comercial en Guaynabo, como parte de su visita a la isla tras la devastación del huracán María.

Los rollos de papel eran parte de los artículos de primera necesidad que se repartieron entre las personas. También se distribuyeron paquetes de arroz, comida enlatada y pequeñas linternas. Algunos de esos artículos estaban desplegados en mesas, pero además se colocaron otros suministros, como estibas de agua y cajas, en una larga fila que sirvió de barrera entre el presidente y la gente.

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La gran mayoría de los que llegaron a la iglesia fue porque los trajeron en guaguas desde los distintos refugios del municipio.

Durante su estancia relámpago de no más de 15 minutos en la iglesia el primer ejecutivo se mostró simpático, sonrió, estrechó algunas manos, intercambió apenas unas muy breves palabras con algunas personas.

Al ver el entusiasmo que se generó mientras las personas le tomaban fotos con sus teléfonos celulares el presidente dijo: "Hay mucho amor en este sitio" y calificó a los presentes como “tremenda gente”.

Según la agencia de noticias AP, Trump también comentó que en términos de los esfuerzos de recuperación “el trabajo que se ha hecho aquí es nada menos que un milagro”. 

En ruta a la salida el presidente se detuvo para posar en un selfie con un estudiante que se lo pidió, a cambio de que “lo hiciera rápido”. 

Sin embargo, Trump no ofreció un mensaje colectivo ante el grupo. Su esposa Melania Trump estaba con él y también estrechó algunas manos. El gobernador Ricardo Rosselló lo acompañó, así como el alcalde de Guaynabo, Angel Pérez y el representante José “Quiquito” Meléndez.

A nadie pareció molestarle que el presidente lanzara los artículos, mientras ellos levantaban las manos para tratar de recogerlos.

“Fue muy respetuoso saludando a todo el mundo. Entró, dio la cara… sí lanzó cosas y se fue”, dijo Frankie Cabrera un estudiante de 21 años quien solo se enfocó en guardar un recuerdo de la visita y logró que el presidente se detuviera y posara para un selfie.

Antes de la visita Cabrera había señalado que se acababa de enterar de la visita y se movió allí con otros jóvenes que acababan de conocerse en un restaurante de comida rápida frente a la iglesia.

“Nos motivó la curiosidad. Es un presidente de Estados Unidos, va a estar aquí en medio de la emergencia y pensamos, pues, venir a verlo",  dijo Cabrera. 

Para una mujer que suele visitar los domingos la Calvary Chapel y que sólo se identificó como Candelaria, fue bueno que Trump llegara hasta allí.

“Lo más importante para mí es que él pueda identificar las necesidades de este país y pueda actuar de acuerdo a eso y ayude a Puerto Rico a levantarse otra vez”, señaló al tiempo en que dijo tener fe de que así será. 

¿Por qué allí? 

El pastor Jayson Dennett explicó posterior a la visita que allegados al presidente mostraron interés en que durante su estancia en Puerto Rico Trump pudiese visitar alguna iglesia.

“Yo tengo un amigo que está conectando con el servicio secreto. Él conocía la información que estábamos funcionando con el alcalde (Ángel Pérez) como el centro de ayuda para el huracán y él sugirió a su oficina que ellos podían visitar este centro aquí porque estaban interesado en iglesias y centros de acopio. Ellos hablaron de eso y vinieron acá”, indicó Dennett en español.

La visita se confirmó hace cinco días, dijo el pastor, quien lleva al frente de esta iglesia hace ocho años.

Dennet se deshizo en halagos para Trump, aseguró que habló con él y su equipo en la cocina acerca de su “apoyo al pueblo puertorriqueño” y que “él estaba aquí para ayudar”.

“Dijo que el apoyo va a seguir a la isla con la comida y todo. Fue muy amable. La gente se (puso) un poco loca con su cámaras y todo. Creo que él lo hizo muy bien. Fue un privilegio para nosotros. Fue algo bueno”, afirmó el pastor.

Las cajas de suministros dijo que eran “donaciones del municipio y de empresas privadas”. No fue posible hablar con el alcalde ni con su esposa Liza Fernández que dijo estaba allí en calidad de primera dama para establecer con claridad si se trató de una donación municipal o si fue que designaron la iglesia como centro de acopio para los guaynabeños.

De todos modos, dijo que piensan seguir aceptando donaciones para poder repartirlas y se proponen crear brigadas de trabajo para seguir cortando árboles que estén impidiendo el paso.

Según Dennett, lo que hace su iglesia, el único capítulo de esa congregación que se ha establecido en la isla, es algo que se debería replicar en otras iglesias para ayudar a la gente.

“Yo creo que esto debería ser un modelo de cómo la iglesia debe trabajar junto con la alcaldía para alcanzar a su pueblo. No entiendo por qué no hay más iglesias trabajando junto con las alcaldías y con el gobierno”, dijo.