Hacia la dignidad
¡Cuánta alegría nos ha hecho sentir ver a la juventud (en términos de edad y de actitudes) liderando esta transición, esta revolución pacífica que constituye una de las páginas más gloriosas de nuestra historia!
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Estamos viviendo uno de los períodos más esperanzadores de nuestras vidas.
Durante bastante tiempo vivimos combatiendo la frustración íntimamente debido a la decepción general, traducida en resignación, que captábamos a nuestro alrededor. Hasta llegamos a preguntarnos: ¿será que terminaremos por integrarnos al individualismo, a sobreponer el “yo” al “nuestro”; a renunciar a los ideales de solidaridad y justicia que aún permanecen en nuestras conciencias?
Hasta que llegó este momento, inesperado para muchos, en que nuestro pueblo, por sobre lealtades partidistas, dogmas manipuladores y pronunciamientos hipócritas, dijo ¡basta! Y lo determinó espontáneamente, con auténtico propósito de unidad; sin espacio para los que pretendían venir a pescar (políticamente) en río revuelto. Pienso que ya éstos han empezado a entender que ese río no está revuelto; es un río encauzado hacia la dignidad.
Ver en acción conjuntamente los distintos sectores de nuestra ciudad, sin necesidad de “líderes” para que mantengan el “orden”, y determinen los “dónde”, los “cuándo” y los “por qué”, y que todo se conduzca como hasta hoy, encumbra las capacidades de nuestro pueblo para regir su destino y mantenerse alerta en lo sucesivo, a la hora de elegir a quienes le concederemos el privilegio de servirle a la patria.
¡Cuánta alegría nos ha hecho sentir ver a la juventud (en términos de edad y de actitudes) liderando esta transición, esta revolución pacífica que constituye una de las páginas más gloriosas de nuestra historia!
Colaboradores de diferentes sectores de la sociedad puertorriqueña analizan sucesos noticiosos al estilo de Primera Hora
Columnista invitado
Espacio de opinión sobre temas noticiosos y de interés para el País.