Es muy poco lo que se conoce sobre la distonía. Solo que ataca a traición y que los primeros síntomas son casi imperceptibles. 

En un momento, una o varias partes de tu cuerpo sufren una sorpresiva e inexplicable contracción y desde ahí tu vida no será igual.

Según está científicamente definida, “la distonía es un trastorno del movimiento en el que los músculos se contraen involuntariamente y causan movimientos repetitivos o de torsión”.

Puede dañar una parte del cuerpo (distonía focal), dos o más partes adyacentes (distonía segmentaria) o todas las partes del cuerpo (distonía general). Los espasmos musculares pueden ser de leves a intensos y dolorosos, lo que perjudica hacer las tareas diarias.

La distonía no tiene cura, pero puede ser tratada con medicamentos o con cirugía en casos más graves.

El estrés, la fatiga o la ansiedad son su mejor gasolina. 

No quiero ser más específico, pero dentro de la distonía existen múltiples variantes y por ende descripciones de la condición.

En mi caso, me perjudicó la laringe y cuerdas vocales provocando una disfonía espasmódica. 

Se desconoce qué la provoca, pero es asociada con una alteración en la comunicación de las células nerviosas en varias regiones del cerebro. 

La distonía puede limitar tus actividades diarias o incluso provocar incapacidad. El dolor, el cansancio, la fatiga se convierte en el diario vivir del paciente y la depresión, ansiedad y aislamiento social en tus compañeras.

¿Por qué traigo nuevamente el tema? Por los pasados meses he recibido gran cantidad de mensajes de personas que padecen la condición. Ellos se sienten desorientados, deprimidos, incomprendidos y solos.

Aquellos que padecemos de disfonía son eje de burla y desarrollan depresión y frustración al no poder comunicarse principalmente con los seres queridos. Además, son muy pocos los especialistas que tratan la condición. 

La distonía es una montaña rusa pues hoy puedes estar mejor y en cuestión de días u horas todo cambia y terminas en la cama. Muy parecido a la fibromialgia. 

Para esos buenos amigos y amigas que me solicitaron que escribiera sobre la distonía, les puedo decir que no están solos, que sus familiares son sus mejores aliados.

Es necesario rodearse de personas que nos impulsen y nos comprendan, que el estrés es el peor enemigo.

La naturaleza, la música, el cantar y el celebrar la vida son medicinas que alivian enormemente el proceso. Más importante es la fe y la confianza de que el cuerpo es sabio y el cerebro sinónimo de perfección. Los cambios y ajustes llegarán, pero deberán confiar en el proceso y tener paciencia.

Los invito a aceptar lo que nos toca y tener en cuenta que la mejor cura está en ti, tu interior y tu espíritu.