Tomar un vuelo para viajar siempre es emocionante, pero esta vez el viaje de familia estaba repleto de sentimientos y contradicciones.

Mientras te observaba dar los pasos hacia una vida independiente recordé tus primeros días de escuela con tu “loncherita”, tu ropita de colores, bien peinadito y acicala'o.

Año tras año la escena se repetía, sólo que aquel niño crecía en estatura y madurez. Ese cuarto año literalmente voló y no nos dio tiempo a hacer muchas de las cosas que teníamos planificadas para ti.

Los últimos meses transcurrieron velozmente y mamá buscaba complacerte en todos tus antojos. También te dimos espacio para “quemar los últimos “cartuchos” en las fiestas con tus panas. Sí, el tiempo de separarnos se acercaba raudo y veloz.

En el avión dormías apretadito a mamá. Yo te observaba e intentaba esquivar mis dudas, miedos y temores, pero no había de otra. Te había llegado el momento de abandonar el nido.

Llegamos a la universidad e hicimos varias llamadas de despedida. Disimuladamente te tomé una foto y la envié a tu hermana que desde la distancia lloró de orgullo y emoción. Aunque lejos, finalmente ambos estarían más cerca que nunca.

Así, poco a poco comenzaste la segunda etapa más importante de tu vida, la de independencia total y el control de tu propio destino.

Aun temiendo que te molestaras te repetí los mismos consejos: no respondas a la presión de grupo y no camines solo en horas de la noche, sé juicioso, vivo, sabio e inteligente, diviértete y vive, pero no olvides que ahora tienes una gran responsabilidad, y recuerda que si fallas lo harás más contigo mismo que con nosotros. 

Si tienes dudas de cualquier cosa por pequeña que sea no dejes de llamar. En algunos momentos te atacará la tristeza, llorarás de soledad o frustración y notarás la inmensa distancia que nos separa, pero no temas. Tienes las herramientas, valores, madurez e inteligencia como para enfrentar esos momentos y saber cuándo es necesario volar a casa.

Conocerás mucha gente, pero no todos serán tus amigos ni vendrán con buenas intenciones. Otros intentarán ponerte el pie para verte caer. Tranquilo, tú estás por encima de eso. Eres fuerte y tienes carácter. Si te equivocas no te recrimines. Solo acéptalo y míralo como parte del aprendizaje.

Por último, abrígate y no dejes que el frío o la lluvia te enferme. Disfruta tu tiempo universitario pues ya ves, la vida se va como agua entre los dedos. Y si al partir nos ves llorar no te sientas triste. Sabemos que es ley de vida. Confía que al igual que tú aprenderemos a cómo enfrentar esta nueva etapa. 

Más que todo, nunca pierdas la fe. Se agradecido y bendice la vida. 

Así, entre lágrimas, abrazos, muchos besos, muchos te amo y miles de bendiciones dejamos nuestras almas en la distancia seguros de que hicimos un buen trabajo y que todo estará bien.

Además, en solo días estaremos juntos para celebrar un hermoso momento en la vida de mi hija. 

Y mientras veo a nuestro chico extendiendo sus alas para volar, pienso que por años luchamos por detener el tiempo y hoy queremos que el tiempo vuele.