Otra noche de desvelo. Sin sueño desde la 4:00 de la mañana. Aprovecho el momento para reflexionar y entro a un estado de preocupación.

Por los pasados meses he visto el incremento de casos de madres solteras con hijos con necesidades especiales. Familias sin hogar, otros con techos azules. Ancianos viviendo en condiciones infrahumanas, violencia y problemas de salud mental. Personas muy preocupadas por la pérdida de trabajo, por los recortes en sus pensiones y la posibilidad de que ese esfuerzo de trabajar por tantos años haya sido en vano. Más aún, ver como personas retiradas han tenido que buscar nuevamente empleo porque el dinero apenas les alcanza.

Y qué me dicen del costo de las medicinas y los alimentos. He visto cómo personas de la llamada edad de oro compran comida en cafeterías de supermercados y con el cuchillo hacen una línea divisoria separando lo que van a ingerir en ese momento y lo que comerán en la tarde o quizás mañana.

Mi preocupación aumenta al ver la respuesta de quienes se supone sean nuestros líderes. No solo los políticos, sino de todos los sectores de la sociedad. Pero volviendo a los que “llevan las riendas del País”, a los que se supone estén para fiscalizar sus “ideas e intereses”, y están muy lejos de nuestra realidad. 

Que si la Estadidad está a la vuelta de la esquina, que si el ELA mejorado, que si la Junta. Sin embargo, ¿aún no lo entienden?

¿Conocen del sufrimiento de décadas de los viequenses y culebrenses? ¿Recuerdan a la gente de los barrios a quienes le hicieron mil promesas en las pasadas campañas? ¿Quieren ser candidatos? ¿Cuáles son las propuestas concretas? ¿Cuán viables son? ¿Cómo lo harán y dónde están los recursos económicos? ¿Hay una visión real de país más allá del cacareo político y la música estridente en las campañas? ¿Comprenden que para salir de la crisis reforzar la educación es primordial? ¿Entienden que en nuestra Universidad hay una cantera de talento y recursos que podrían redundar en una valiosa aportación para salir del estancamiento económico sin tener que pagar contratos multimillonarios que desangran el erario? ¿Lo entienden? ¿Cuál es el país que queremos? ¿Cuál es el futuro que añoramos? ¿Cuál es el proyecto de país de aquí a 10, 15 o 20 años? ¿Cuál es el modelo económico para seguir? ¿Es más fácil vender falsas expectativas, sueños de grandeza y promesas sin base? ¿Es más importante el puestecito o el contrato, o el favorcito al contratólogo que vive de la administración de turno? ¿No les duele el día a día de una familia cuya madre e hijos adolescentes se turnan el cargar al hombro su pequeño hermano con limitaciones físicas para darle la mejor calidad de vida posible? ¿Recuerdan las promesas que le hicieron a los padres y niños de educación especial? ¿Cómo podemos ayudar a nuestra empresa privada para que iniciativas locales puedan crecer y no ser aplastadas por intereses que secuestran nuestro capital fugitivo? 

Ya son las 5:00 de la mañana y decido levantarme pues el corazón me latía agitadamente. Veo la TV y escucho la radio y encuentro los mismos argumentos esquivos, el divertimento y las mismas cantinfladas para esquivar las preguntas. 

Todos aseguran escuchar la voz del pueblo y colocan a Dios de su lado con la excusa de que quieren aportar a Puerto Rico. 

Vivimos un momento histórico, pero para hacer el cambio verdadero tenemos que entender el pasado y el presente para forjar un mejor futuro.