No hay duda, el deporte y la música son dos de los más sólidos exponentes de talento, cultura y de lo que somos como pueblo. Busque la historia.

Comenzaré por el deporte. Hace unos años, en un viaje a Cuba conversé con un atleta de ese país y en la conversación trajo un comentario que me llamó la atención. “Los boricuas son los mejores atletas del mundo. Trabajan, estudian, tienen familia, vacilan y con todo eso, si no ganan dan la pelea”.

Traigo como ejemplo dos atletas cuyos nombres resonaron recientemente: José “Piculín” Ortiz, para muchos el mejor jugador en la historia de nuestro baloncesto. No voy a entrar en el detalle de las estadísticas, pues necesitaría todas las páginas de Primera Hora.

Bautizado como “El Concord” por el extraordinario y pintoresco narrador, el fenecido Manuel Rivera Morales, el “Picu” jugó 24 temporadas en el Baloncesto Superior dividas con San Germán, Santurce y Arecibo. Logró ocho campeonatos: tres con los Atléticos y otros cinco con los Cangrejeros. Promedió 17.7 puntos y 10.5 rebotes en 505 partidos de la fase regular.

Con la Selección Nacional participó en cinco campeonatos mundiales y cuatro Olimpiadas. Su aportación fue clave para obtener el cuarto lugar en el Mundial de Argentina 1990, y en la victoria sobre el “Dream Team” de los Estados Unidos en las Olimpiadas de Atenas 2004. Logró medallas en Centrobasket, premundiales, preolímpicos, Juegos Centroamericanos y del Caribe, y Panamericanos.

A nivel colegial fue pilar de la Universidad de Oregon State, siendo seleccionado el mejor jugador de la Conferencia Pac 10 en el 1987, y escogido en el turno 15 de la primera ronda del sorteo de la NBA en el 1987 por los Jazz de Utah.

En España, jugó para el CAI Zaragoza, Real Madrid, F.C. Barcelona, Festina Andorra y CB Málaga. En Grecia, con Larissas, Iraklio BC y Aris-PAOK Thessalonik.

El pasado 1 de julio, su número 4 del equipo nacional fue retirado. Picu enfrentó problemas que eventualmente lo llevaron ante la justicia. Tal y como lo hizo en cancha, enfrentó a su rival más difícil y hoy ha superado sus demonios. Recientemente, abrió una pizzería, Vintage Pizza Bar, en la Parguera en Lajas, y el pueblo le ha correspondido con su respaldo.

Puedo decir que “Picu” es uno de los seres humanos más nobles y serviciales que he conocido, sin malicia y con gran amor a la patria. 

En cuanto al “Expreso Boricua” Javier Culson, ha sido maltratado por los fanáticos. El especialista en los 400 metros con vallas logró bronce en los Olímpicos Londres 2012, plata en los Juegos Panamericanos Toronto 2015, plata en los Centroamericanos y de Mayagüez 2010, medallas de plata Berlín y China en el Campeonato Mundial de Atletismo. Fue dos veces campeón de la Liga Diamante. La ignorancia de muchos provocó burlas en el sentido de que “el Expreso Boricua” siempre llegaba segundo. La realidad es que Culson siempre estuvo en esos primeros lugares mientras que el resto de los corredores no mantenían esa consistencia. Fueron muchas las ocasiones que discutí fuertemente defendiendo su desempeño. ¡Caballote!, gracias por tu entrega y corazón. El tiempo se encargará de hacerle justicia a este gigante. 

Finalmente, “el Caballero” de la salsa, Gilberto Santa Rosa. Viene de echarse al bolsillo a Cuba entera donde ofreció extraordinarios conciertos con una asistencia de sobre 200,000 espectadores.

Soy testigo del hambre que tenían los cubanos de recibir al nuestro y quedó más que demostrado. Gilberto es de esos artistas que se crecen en tarima y se ganan el respeto por su talento y entrega, de los panas que la música te da, un amigo y hermano de la vida. De esos que no hay que verlo todos los días para saber que están ahí para ti cuando lo necesites o simplemente para tener una conversación profunda o un momento de alegría.

Piculín, Culson y Gilberto, el Concord, el Expreso y el Caballero. Tres gigantes, tres leyendas y tres puertorriqueños que en distintas facetas de la vida demuestran el talento que existe en nuestro cien por treinta y cinco.