Entrar a La Perla en el Viejo San Juan es una experiencia única. Entre sus estrechas calles se vive un ambiente de alegría, baile y fiesta. La gente te recibe con una gran sonrisa y comienzas a notar nuestra esencia de pueblo. 

En cada esquina escuchas un corillo con música de plena, bomba o salsa. Los pequeños negocios y sus velloneras son una invitación a consumir frituras, jugos naturales y esa cervecita o traguito que contrarreste el calor.

Pero La Perla ha sido olvidada y estereotipada por años sin entender que no es más que un reflejo de lo que ocurre en cualquier parte de nuestra Isla. Allí hay gente ávida de abrir sus puertas y demostrar sus talentos y capacidades. 

El pasado sábado, 5 de mayo, se llevó a cabo el desfile de modas “Temporada otoño-invierno 2019”, de la destacada diseñadora Stella Nolasco, como cierre de la duodécima edición de San Juan Moda, liderado por Carlos Bermúdez, y que tuvo la participación de una treintena de diseñadores, así como diseños y propuestas de estudiantes de EDP University y la Escuela Internacional de Diseño y Arquitectura de la Universidad Ana G. Méndez en Gurabo, antes el Turabo.

No soy un experto en modas, pero las modelos lucieron espectaculares diseños teniendo como pasarela improvisada la calle Bajada Matadero y de fondo el Océano Atlántico, y las casitas multicolor de la comunidad. La Perla representa una de cientos de comunidades repletas de talento y que merecen su oportunidad. 

De otro lado, en la mañana del martes cuando curaba mi eterna inquietud y amor por los deportes, ESPN SportCenter mostró una conmovedora carta de una niña de 9 años llamada Olivia Ojamoos. En ella la niña hizo saber su admiración por el centro Joel Embid, a quien intentó consolar tras verlo llorar en la eliminación de su equipo de Filadelfia ante Toronto en la NBA. 

“Siento mucho la derrota”, le comunicó Ojamoos. Y continúa escribiendo: “Está OK perder. Yo he perdido algunos juegos de baloncesto también”. Y concluyó: “Has llegado tan lejos y estoy orgullosa de ti y de los 76ers”.

Fueron dos momentos que tocaron mi corazón. De un lado una comunidad que recibe con lo mejor de nuestra cultura y su don de gente a un grupo de personas ligadas al mundo de la moda que en muchas ocasiones está tan lejos de ellos. De otro lado, una pequeña fanática dándole consuelo y ánimo a un musculoso gigante de 7 pies de estatura que no sabía manejar una derrota.

Dos mundos, dos líneas paralelas que se encontraron gracias a un buen corazón y nobleza de alma.

Gracias Stella Nolasco, gracias La Perla, gracias Olivia. Quizás suena trillado repetir, pero sin dudas somos más los buenos.