Con toda la tranquilidad del mundo, sin que le temblara la voz ni se dibujara tensión alguna en su rostro, Alex Pabón Colón, conocido por “El Loco”, se declaró ayer culpable de conspirar para asesinar al empresario canadiense Adam Anhang.

Ataviado con su mameluco de preso, y con una gruesa correa rodeando su cintura, Pabón Colón, de 29 años, aseguró con firmeza al juez federal Daniel Domínguez que es 100 por ciento consciente de su decisión de declararse culpable y de las consecuencias de su determinación, que conlleva una sentencia de cadena perpetua.

Con su alegación de culpa y acuerdo de cooperación con la Fiscalía federal, Pabón Colón despeja toda duda sobre la participación en el crimen de Jonathan Román Rivera, sentenciado a 105 años de prisión por este asesinato, y que fue dejado en libertad bajo fianza en apelación el domingo.

Tocará a las autoridades de Puerto Rico acusar a Pabón Colón de asesinato, ya que se trata de un delito estatal, no federal. El delito federal es el de conspiración para asesinar, que fue lo que se le imputó a Pabón Colón.

La fiscal María Domínguez hizo claro que, como parte del acuerdo, a Pabón Colón no se le procesará bajo el estatuto de pena de muerte y que luego que declare y participe en todos los procesos judiciales que se le pida, podrían solicitar a Domínguez una reducción de su sentencia, por cooperación sustancial y su veracidad.

La confesión de Alex

El ahora convicto señaló en su confesión a la viuda de Anhang, Áurea Vázquez Rijos, como la autora intelectual del crimen y la acusó de haberle ofrecido $3 millones por matar a su marido y un cheque para que se comprara un arma, el que dijo rechazó porque la Policía lo podía rastrear.

Implicó, además, en su confesión a dos coconspiradores, a los que conoció en el bar restaurant Pink Skirt, propiedad de Vázquez Rijos, y quienes supuestamente le expusieron que la mujer confrontaba problemas en su matrimonio porque Anhang la maltrataba. Inicialmente, según Pabón Colón, le propusieron que le diera una “buena golpiza”, pero luego le pidieron que lo matara.

“Áurea fue al bar y se reunió con Alex y otro coconspirador y le dijeron que lo que quería era que le diera una buena golpiza. Luego Áurea se reunió con él y le dijo que lo matara”, leyó la fiscal Domínguez del documento que consigna la confesión.

“Áurea se comunicó con Alex para decirle que estacionaría el carro en un parking en la calle San Justo. Alex haría lo que tenía que hacer”, siguió leyendo Domínguez.

“El día de los hechos lo llamaron para decirle que tenía que ser esa noche y que Áurea se encontraba con Anhang en el restaurant Dragon Fly. Alex fue a otro restaurante a buscar un cuchillo y un guante plástico y montó vigilancia en la calle San Justo, esquina Luna. Cuando los vio, cogió un adoquín de la calle. Cuando llegaron a la esquina, metió el adoquín en el plástico y le dijo a Anhang: 'Deme el dinero', y le pegó para debilitarlo antes de asestarle varias puñaladas”, dice el documento.

“Áurea vio la escena a la distancia. Alex le gritó: 'Run, baby, run', pero le pegó con el adoquín, porque (ella) le había dado instrucciones para hacerlo. Luego corrió y se escondió en La Perla”, leyó Domínguez.

Por otro lado, el abogado y ex senador Nicolás Nogueras anunció ayer que ha asumido la representación de Vázquez Rijos y que someterá una moción para que se anulen los cargos.