Con sus pequeñas manos amasaron el pan, regalaron su mejor sonrisa y se divirtieron al convertirse en panaderos por un día. De esa manera, varios niños de la Fundación Rayito de Esperanza le dieron albergue a la alegría arrebatada por el cáncer.

Hasta el Horno de Pane en Hato Rey llegaron hoy las pacientes y sobrevivientes Axdalianie Centeno (13), Siulmarie Hernández (10), Kmila Santana (7) y Amy Álzaga (5) para hacer su mejor obra artesanal como parte del programa “Yo quiero ser”, uno de varios que desarrolla la Fundación.

Con sus gorritos y delantales, las niñas dieron rienda suelta a su creatividad, comandadas por el propietario de la panadería con estilo europeo, el aguadillano Carlos Ruiz. La encomienda era confeccionar unos panecillos brioche, dentro de la gran variedad de productos que tiene el público a seleccionar, como el sourdough, el italiano ciabatta, el baguette y el croissant.

A Siulmarie Hernández, paciente de leucemia, le entusiasmaba comenzar a trabajar como panadera, aunque ya tiene clara su meta profesional. La pequeña está convencida que será “doctora de trasplante”.   

“Yo quiero ser doctora de trasplante. Mi papá es trasplantado (del riñón), yo me siento muy orgullosa de él y por eso es que yo quiero ser doctora. Hay que estudiar mucho. Me gusta mucho leer y también las matemáticas y el inglés, aunque no sé mucho, sé algunas palabras… se escucha tan bonito…”, dijo la fanática del pan de agua.

“Después que pasó todo lo de mi papá, después a mí me dio mi condición de cáncer y, pues, quiero ayudar a otras personas porque yo  vi cómo me ayudaron a mí”, añadió la Siulmarie, quien sorprende con su madurez.

A través del programa “Yo quiero ser”, la Fundación busca distraer a los niños fuera del hospital, que conozcan diferentes oficios y generar mayores expectativas de vida.

“Es un programa que, además de una aspiración futura, es una expectativa de vida para ellos. Traemos a los niños, compartimos con diferentes oficios, diferentes talleres de trabajo para que ellos conozcan más sobre los oficios que se están llevando a cabo en Puerto Rico, y crea una expectativa de vida a ellos”, indicó Miguel Vicente, director de la Fundación Rayito de Esperanza, fundada en el 2010 y que provee servicios médicos a más de 300 pacientes en la Isla.

“Dibujar una sonrisa en el rostro de los niños para nosotros es bien importante. Ellos se disfrutan un montón este taller, son niños que están pasando por un proceso bien fuerte y darle una calidad de vida diferente, que puedan desarrollarse, dirvertirse y aprender a la misma vez es parte del programa”, recalcó.

Para el dueño de la panadería, Carlos Ruiz, compartir con los niños lo que es su día a día es un regalo que redunda en muchas satisfacciones.

“Para mí esto es un regalo que me hace la Fundación. Poder darle algo a estos niños para que hagan su sueño realidad o tengan una experiencia de vida adicional, no tengo palabras para describirlo. Para ellos es una experiencia de satisfacción lograr hacer algo, llevarlo de cero a su punto final”, afirmó.

A la faena se unió Amy Álzaga. A ella no le gusta el pan, sí el baile, pero estaba decidida a aprender. Sin embargo, cuando sea grande se convertirá en toda una chef y doctora “para cuidar a las nenas”.

Kmila Santana, paciente de leukemia, y Axdalianie Centeno también estaban deseosas de “meter las manos en la masa”, ver su obra y… ¡lo lograron! Al cabo de un rato vieron el resultado que también degustaron. Y a juzgar por los platos, quedaron deliciosos.

Para Axdalianie fue toda una aventura, pues desea convertirse en repostera en un futuro. “Lo más que me gusta es el pan y el bizcocho y los quesitos”, dijo con dificultad, pues la enfermedad le provocó perder el habla por unos seis meses.

Kmila, por su parte, quiere ser maestra para ayudar a los niños. Les enseñará a trabajar y a escribir, apuntó.

Para que estos pequeños puedan continuar recibiendo los servicios médicos y recreativos, puede apoyar a la Fundación accediendo rayitodeesperanzapr.org o llamar al 787-653-9864.