El asesinato de Christopher Rivera demuestra un grave problema social

En algunas ocasiones, las batallas por las que tienen que pasar los boxeadores profesionales no solo se dan en un cuadrilátero.

Es la propia vida la que se encarga de darles la pelea de la cual la mayoría nunca se logra levantar.

Con el asesinato el pasado fin de semana del púgil Christopher Rivera Amaro, son varios los boxeadores que han visto esfumado su sueño de llegar a ser campeón mundial y salir de una vida llena de obstáculos.

“Era un obrero del ring”, expresó Bryan Pérez, director ejecutivo de Promociones Miguel Cotto, empresa para la cual laboró en varias ocasiones Rivera Amaro.

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El fallecido púgil, quien combatió en tres divisiones, acumuló marca de 5-15-1, con cuatro nocauts. En nueve ocasiones peleó para la compañía de Cotto, aunque no era empleado fijo.

“Era un boxeador bien pro empresa. Era un muchacho humilde, muy bueno, y lamentamos mucho la situación crítica que vive el País”, sostuvo Pérez, cuya firma pasó por una situación similar con el asesinato del púgil Juan “el Puma” González en junio de 2011.

De hecho, González se enfrentó a Rivera Amaro, con el primero logrando el triunfo por nocaut técnico en dos asaltos en julio de 2010.

“Los boxeadores, lamentablemente, están expuestos a este tipo de situaciones. Si no están bien orientados, son cosas que podrían pasar”, señaló la mano derecha de Cotto.

Muchos de los jóvenes que aspiran a ser boxeadores vienen de un ambiente familiar de escasos recursos y han pasado gran parte de su vida luchando en las calles para poder sobrevivir.

En años recientes, otros boxeadores que pasaron por el mismo camino de Rivera Amaro son Jefferson “Gallito” Vega, Manuel Reyes Medina, Héctor Sánchez García, Leslie Machado, Ángel “Pito” Cruz, Kenneth Díaz, Jonathan O. Figueroa y “El Puma” González.

“Sabemos que al boxeo vienen muchachos con menos recursos y oportunidades. Están desventajados, (pero) hay que trabajar con eso”, expresó José “Chiqui” Laureano, entrenador en jefe del equipo nacional de boxeo aficionado.

“Les inculcamos que tienen que trabajar, hacer las cosas bien, educarse para tener un mejor futuro. Siempre hay uno que otro, y se nos van vidas jóvenes, talentosas”, agregó Laureano, quien ocupa su cargo desde el 2007.

Laureano lleva toda su carrera laborando con jóvenes que buscan en el boxeo una salida a la vida a la que la sociedad les condenó en sus primeros años. En ocasiones no es fácil que el atleta deje atrás esas raíces de donde proviene.

“Es difícil. Pero hay que hacerlo y tomar la decisión de echar para adelante y determinar qué quieren con su vida. Tienen que evaluar quiénes son los amigos de verdad y quiénes no”, dijo Laureano.

Tanto Pérez como Laureano coincidieron en que la violencia que se vive en la calle es problema de toda la sociedad.

“No solo impacta a los boxeadores, impacta a toda la sociedad. Si no están enfocados en sus vidas y lo están en otras cosas, cada paso tiene su consecuencia”, dijo Pérez.

“Esto es un problema social que nos puede ocurrir a todos. No estamos exentos, pero estamos para ellos, les decimos lo que es bueno y es malo”, señaló Laureano al recalcar que a través del deporte los púgiles pueden rehacer su vida, aunque en momentos no todos hacen caso.

“En ocasiones hay personas que les dicen cosas y los jóvenes no tienen capacidad para tomar decisiones y se dejan llevar por sus amigos”, lamentó el entrenador, quien aun así no oculta su satisfacción de trabajar con la juventud del País.

“Me encanta, la juventud es el futuro de este país, hay que darle la oportunidad. El futuro del País está en manos de ellos. Hay que hacer lo posible para que ellos sigan para adelante”, sentenció.

Un boxeador profesional que fue asesinado el domingo pasado en Santurce es velado en el centro comunal del residencial Manuel A. Pérez de pie y vestido con su uniforme.