No uno, ni dos, sino tres caimanes aparecieron hace más o menos un mes en el patio de la casa de la familia Hernández del Toro en Cabo Rojo, alterando la rutina normalmente tranquila de la finca en el suroeste de Puerto Rico.

“Son tres. El más pequeño mide como tres pies, el mediano unos seis y el otro como ocho pies… parecen una familia”, contó a este diario la paramédico Khrystelle Hérnandez del Toro, de 28 años quien vive en la residencia en el barrio Las Arenas junto a sus padres Heriberto Hernández y Nydia del Toro.

“Mi papá es un atrevido porque llega hasta la orilla (del agua donde se esconden los animales)… Pero no puede recortar el patio por temor a que aparezca”, continuó explicando la joven.

La primera vez que vieron a los animales, en un estanque artificial en la parte de atrás de la residencia,  llamaron al Departamento de Recursos Naturales para que fuera a removerlos.

“Llegaron dos veces, pero como lo que ellos tienen son los lazos para atrapar culebras, cuando se meten al agua no los pueden ver. Nos dicen que si los llegamos a ver afuera (del agua) que los llamemos”, detalló.

Los animales han hecho de la finca su hogar comienzo garzas y soleándose en las mañanas.

“Entre las 9:00 de la mañana sale el más grande. Sacan los ojitos del agua”, explica quién teme por su seguridad, la de su familia y unos primitos que se pasan jugando en el patio.

“Lo que queremos es que los remuevan porque son animales peligrosos y se pueden reproducir”, añade.