Poco a poco, el miércoles en la tarde la gente salía a ver como habían quedado sus casas una vez se habían apaciguado los vientos y la lluvia tras el impacto del huracán María.

Los postes de luz, los cables de electricidad y transformadores yacían en el piso junto a grandes ramas de árboles e inmensos charcos de agua.

Desde el techo de sus casas, residentes del barrio Pueblo Nuevo de Vega Baja, aguardaban a que bajaran los niveles del río Cibuco que se había desbordado y dejado intransitable la PR-686.

Era muy poca la información que se tenía de otros sectores afectados y las condiciones de los refugios porque la señal en la oficina regional de la Agencia para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), zona 2, quedó incomunicada desde la madrugada del miércoles. 

No se recibían llamadas y no había señal de internet, por lo que era imposible saber por dónde se encontraba María. Lo que sí era seguro es que por orden ejecutiva se había decretado un toque de queda para la sociedad civil a partir de las 6:00 pm. hasta el sábado, el primero en la historia en mucho tiempo.

Eran las 7:30 p.m. cuando Yashira Colón junto a su pequeño hijo había llegado a la Agencia para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), zona 2, desafiando las condiciones de la carretera  para pedir que socorrieran a su madre y otros familiares de Los Naranjos porque el río Cibuco estaba entrando a la comunidad y amenazaba con cobrar la vida de sus residentes. Ella hubiera preferido haber realizado la gestión con una llamada, pero casi llorando y desesperada dijo que la señal de su teléfono “se había caído”. Colón abogó por todos los niños del sector que, en su calle solamente, estimó en unos 20.

El caño Cabo Caribe, donde desemboca el río Cibuco, había sido limpiado el lunes solamente en las orillas y no con una máquina anfibio comprada para realizar un trabajo más amplio, según denunciaron los vecinos de la barriada Los Naranjos, aumentaba sus niveles y cobró la vida de un hombre.

También se supo que pacientes del hospital Wilma Vázquez, en Vega Baja tuvieron que ser cambiados de piso debido a que el segundo nivel se inundó.

Durante el huracán, el Cuerpo de Bomberos de Vega Baja quedó inoperante luego que una puerta de cristal se rompiera y entraran el viento y el agua; mientras que un bombero resultó herida en la mano.

Como parte de los incidentes previo al paso de María, un residente de Pueblo Nuevo en Vega Baja dejó sin servicio de energía eléctrica a sus vecinos cuando podaba un árbol y dejó las ramas en la calle, luego que las brigadas de recogido de escombros municipales y estatales ya cesado los trabajos.

El total de refugiados en los municipios de Vega Baja y Manatí que pernoctaron en desde el  martes hasta el miércoles ascendió a 194; con 106 y 88 personas respectivamente. En tanto en Florida hubo 27 refugiados.