A la hora preacordada para el simulacro, las 10:18 a.m., comenzaron a sonar alarmas por altavoces y un silbato retumbaba en el salón del Centro de Servicios Múltiples para Personas de Edad Avanzada del barrio Amelia de Guaynabo. Unos cincuenta envejecientes que estaban allí actuaron de inmediato siguiendo las instrucciones de oficiales de Manejo de Emergencia para el momento en que se produzca un terremoto: agáchate, cúbrete y sujétate.

Unos se acurrucaron bajo las mesas, otros que ya no tienen la capacidad para tantos movimientos, se limitaron a agacharse junto a las mesas, cubriéndose la cabeza con los brazos.

Varios segundos después, sonó la sirena de alerta de tsunami, y comenzó la evacuación rumbo al cercano estadio.

“Vamos afuera, vamos, vamos todos. Con cuidado, rápido, por la rampa. Vamos, Vamos”, instruían los trabajadores sociales, mientras ayudaban a algunos de los participantes que necesitan andadores o caminan con más dificultad. “Vamos por aquí, poquito a poquito, vamos”.

Del otro lado de la calle, avanzaban en orden y llevados de la mano un grupo de niños del cercano centro Head Start. Todos iban al mismo destino, el estadio, donde subirían a las gradas para seguir la recomendación de buscar subir a lugares altos para evitar el impacto de un tsunami.

Aunque pasando su trabajo, el grupo de envejecientes cumplió su objetivo. Todos llegaron, incluso los que caminan con más problemas. Y celebraron el resultado del simulacro.

Antes del ejercicio, habían recibido una charla en el salón de parte de oficiales de la Oficina de Manejo de Emergencias municipal, en el que reiteraron la importancia de tener un plan familiar y una mochila con lo necesario para enfrentar una posible evacuación luego de un terremoto y tsunami.

“Otras veces habíamos hecho esto (hablar sobre la preparación para un terremoto), pero no con tanta capacidad. El ejercicio se hizo bien. Quedó bueno”, dijo Víctor Manuel Colón Maldonado, uno de los envejecientes participantes.

“Hay que prepararse. Ellos nos ayudan y no nos perdemos”, explicó Colón. “Si hay donde esconderse, me escondo, y luego a correr para acá (el estadio), a buscar altura. Ellos nos van adiestrando, nos explican qué hay que hacer, qué nos falta, sin asustar a nadie, pero para estar preparados”.

“Yo tengo mi plan con las instrucciones que dieron. Me siento mejor preparado. Tengo una mochila con varias cosas, ropa, papeles importantes, medicamentos”, afirmó Colón.

De manera similar se expresó Delia Esther Galarza Rivera, quien consideró el ejercicio “espectacular”.

“Se avanzó bastante en salir. Estoy más preparada”, aseguró la mujer. “Ya sabemos, cuando suenen las sirenas, agáchate, cúbrete, meterse debajo de una mesa. Y estar pendientes. Sabemos que también viene un tsunami, así que a salir corriendo y buscar el sitio más alto”.

Galarza también tiene ya un plan familiar y la mochila de emergencia.

“Tengo una mochila en el carro y una en casa, que actualizo a cada rato. Tiene los medicamentos, primeros auxilios, unos jueguitos por si los chicos les hace falta, tengo agua, una ducha portátil”. 

Para el alcalde de Guaynabo, Ángel Pérez, el simulacro es un elemento de preparación esencial para poder salvar vidas.

“Queríamos hacer este ejercicio con los ancianos porque ellos son parte de la población más vulnerable, para que sepan qué hacer en caso de terremoto y tsunami”, dijo Pérez, quien acompañó a los envejecientes hacia lo alto de las gradas en el estadio de béisbol.

“Estar preparados, significa salvar vidas. Sabemos que un desastre puede ocurrir en cualquier momento, ya lo vivimos con el huracán María. Así que queremos que la gente esté preparada y sepa qué hacer”, insistió Pérez. “Ahora cuando suenen esas alarmas todo el barrio vendría aquí, que es lugar más seguro y donde va a haber personal de manejo de emergencias y de la policía”.