La captura de un coquí  todavía es noticia en Hawái, donde continúa la campaña que comenzó hace unos años para eliminar a uno de nuestros más queridos. Y es que allá, el pequeño anfibio es considerado una plaga, algo así como las gallinas de palo en Puerto Rico.

El mes pasado, un equipo del Departamento de Agricultura de Hawái logró apresar a tres coquíes luego de que residentes de Oahu los “chotearan” tras haberlos escuchado. El cantar del coquí, ya se sabe, es distinguible.

En el informe de la captura se hizo énfasis en que las personas deben estar con los ojos y los oídos alertas para reportar cualquier especie invasiva.

Para las autoridades en Hawái el coquí es un problema porque no tiene depredadores y se reproduce con facilidad. El clima de las islas, además, favorece el ciclo de reproducción. Según las autoridades hawaianas, en algunas áreas la población de nuestra ranita puede llegar a 10 mil por acre y consumir 50 mil insectos por noche, por lo que compiten con sus especies nativas de aves.

El sonido que emite el coquí, que en Puerto Rico es casi una canción de cuna, allá lo comparan con una podadora y los residentes son incapaces de conciliar el sueño con el cantar del pequeño animalito.

Las recomendaciones que les brindan a la población es que, al escuchar el coquí, lo busquen con una linterna, lo agarren con una mano y lo encierren en un envase con tapa. Está prohibido tenerlo y a quien encuentren con uno lo pueden multar hasta en $200 mil o, incluso, pasar tres años en la cárcel.

Para liquidarlos, venden ácido cítrico en aerosol para rociar las plantas donde viven los coquíes y así matarlos a ellos y a sus huevitos.