Durante casi dos años, los hermanos Pablo y José De Jesús Carmona -quienes residen en el remoto sector Río Chiquito, en el barrio Pitahaya de Luquillo-, vivieron en un ranchito construido con los escombros de madera y zinc que encontraron a su suerte tras las devastaciones de los huracanes Irma y María en el 2017. 

Un espacio de 7x11 pies fue su refugio durante 21 meses en el que la comida caliente faltó en muchas ocasiones, y en el que un improvisado y duro piso de tablones les sirvió de cama. 

Pero la historia de estos hermanos cambió desde el pasado mes de junio cuando vieron hecho realidad el sueño de reconstruir el hogar que perdieron con la furia de las tormentas.

“Es un sueño hecho realidad… no ha sido fácil, pero se pudo y estoy contento porque si viene cualquier tormenta o huracán no tengo que irme a otro lugar, ni tener miedo, porque sé que voy a  estar seguro”, cuenta notablemente emocionado Pablo, cuidador de su hermano José, quien a pesar de sus 49 años tiene capacidad de un niño a causa de un retraso mental.

Primera Hora dio a conocer en exclusiva en enero pasado la estremecedora historia de los hermanos De Jesús Carmona, quienes perdieron en totalidad su hogar a causa de los vientos huracanados de septiembre de 2017. Desde entonces, tampoco contaban con servicio de energía eléctrica ni de agua potable. Para colmo, aún cuando la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) les otorgó dinero para reconstruir su hogar, no habían podido colocar ni un bloque por el difícil acceso del camino que lleva a la finca. Al lugar sólo se llegaba caminando, entre 15 y 20 minutos, por un pastizal fangoso y susceptible a caídas. Este asunto dificultaba el transporte de materiales hasta el terreno donde, afortunadamente, se reconstruyó la casa de la humilde familia. 

Inmediatamente después de la publicación de este diario, el alcalde de Luquillo, Jesús “Jerry” Márquez, hizo gestiones con personal de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y se reestableció el sistema del que carecieron por un año y cuatro meses. 

Unas semanas posteriores, el servicio de agua también les fue conectado gracias a una aportación del presidente de la Cámara de Representantes, Carlos “Johnny” Méndez, quien hizo entrega de un equipo necesario para transferir el agua desde un pozo hasta un sistema de bombeo que se ubicó en la residencia, ubicada en un sector distante del municipio.

El pastor Roberto Rosa Ramírez, perteneciente a la congregación religiosa Tributo al Rey de Reyes, estuvo detrás de la gran gestión que se realizó gracias a donaciones monetarias, de mano de obra y a la aportación de los políticos.

Rosa Ramírez explicó a Primera Hora que la casa se edificó en 60 días y la misma cuenta con tres habitaciones, baño, cocina, comedor y un “laundry”.

Imágenes de la transformación de la casa antes y después del huracán María.

“Siento que todo esto es muy cachendoso para mí. Nunca había tenido una casa, ni un baño así. Esto es algo que jamás pensé tener en vida”, dijo conmocionado Pablo, quien entiende que le “tomará un tiempito” acostumbrarse a las comodidades de su nuevo hogar, pues viene de una familia humilde que siempre tuvo carencias.

“No tengo palabras para agradecer… fueron muchas lágrimas que yo derramé. Me hubiera gustado que mis padres estuvieran conmigo, pero se fueron con el Señor…”, expresó.

Agregó un especial agradecimiento a las personas que cooperaron con su causa. “Espero que toda esta alegría y gozo ustedes también la sientan. Dios los bendiga siempre. Estaré agradecido el resto de mi vida con todos los que cooperaron”, sostuvo.

Mientras, el pastor Rosa Ramírez destacó que todavía falta asfaltar el camino que da acceso a la residencia, un proyecto para el que se ha comprometido la senadora Nayda Venegas.

Actualmente, en Puerto Rico unas 30,000 familias todavía tienen como techo los toldos azules que repartió FEMA tras el pasado del devastador huracán María, en septiembre de 2017.