Mercedes López ya estaba lista a la 1:00 de la tarde de ayer para ir al doctor, pero antes de irse, su teléfono comenzó a sonar sin parar. “Oscar está en Puerto Rico”, le decían. “Pero es que yo no sé nada de eso”, contestaba. 

Había personas que pensaron que Mercedes estaba negando la llegada del exprisionero político a suelo boricua, pero ella aseguró que su asombro y desconocimiento eran completamente reales.

“Para nosotros, yo te diría, que en 35 años es el día más feliz de toda la familia”, dijo en entrevista con Primera Hora.

La pepiniana de casi 76 años viajaría este mes para visitar a Oscar en Terre Haute, Indiana, donde estaba sumariado. No obstante, para cuidarse de una operación que tuvo recientemente en la vista, optó por no ir, además de que “Chicago no le presta mucho”, refiriéndose a las bajas temperaturas que abrazan a la Ciudad de los Vientos, a pesar de que vivió allá 30 años.

Mercedes y sus seis hermanos (Clara, Juan, Oscar, Iladio –hermano de crianza-, José y Zenaida) se fueron poco a poco a Chicago, luego de que su padre dejara Puerto Rico en 1951.

“Todos nacimos en Puerto Rico. Mi padre se fue cuando mi hermana, la más pequeña de la casa, tenía un mes de nacida”, contó Mercedes desde el balcón de su hogar en Aguada. 

(Oscar) ”Fue el primero que él mandó a buscar. Mi padre tuvo un cariño diferente con Oscar”, mencionó.

De pequeño, Oscar López -segundo atrás, desde la derecha- demostró ser inquieto, brillante y muy aplicado en la escuela, según comparte Mercedes. (Cortesía Familia López Rivera)

“Nacimos en una finca, en el barrio Aibonito de San Sebastián. Mi padre la heredó. (En la finca) era una vida completamente diferente; los vecinos se ayudaban unos a otros. Allí venían los tíos de nosotros a ‘echárselas’, venían con chaquetas a decirle a mi papá que se fuera para Chicago, que no tenía que matarse en la fina, y se fue”, compartió la educadora.

De esos años que Mercedes y Oscar vivieron en la finca, añora cuando él se pintaba el rostro con hojas de vaquiña para aparentar que estaba enfermo, con tal de que su madre le hiciera mazamorra, una crema elaborada con leche y maíz.

“Cuando era chiquito, él comía de todo, y se hacía el enfermo. Se acostaba en el piso como si tuviera un mareo. A él le encantaba (la mazamorra), pero no se podía hacer todos los días. Entonces, se tiraba al piso, y mamá decía ‘¡qué tú tienes, estás verde, mira, tienes un mareo!’, y él le decía ‘ay, sí, ma’i, a mí se me quita si tú me haces una mazamorrita’”, recordó entre risas la travesura de Oscar cuando tenía entre cinco a seis años.

Para esa misma época, el nacionalista también mostraba su ingenio en la escuela, cuando Mercedes apenas cursaba el primer grado. “Un día (Oscar) vino, entró al salón de clases, se sentó al lado mío, y yo ‘¡Oscar, vete, vete!’, y él decía ‘yo me voy a quedar contigo’. Vino la maestra para ver si lo podía sacar, pero él no era tímido, él bien elocuente, hablando como si fuera una persona grande, le dijo que había espacio para él, y que se iba a quedar, y la maestra lo dejó”, dijo.

Pasaron los años, y Mercedes partió a Chicago mientras estudiaba su tercer año de escuela superior. “En el 1959 había un racismo bien grande. Nos humillaban, nos maltrataban. Nosotros no podíamos conseguir un buen apartamento. Mis primeros años de mi vida en Estados Unidos fueron los más difíciles que he tenido”, rememoró.

Para 1987, la educadora que cuenta con dos maestrías, volvió a Puerto Rico con el propósito de abrir un colegio. Vivió dos años en San Juan para “ver cómo las escuelas funcionaban” en la Isla. En 1989 abrió el colegio First Bilingual Preparatory School en Aguadilla, con 17 estudiantes. 

Todos estos planes ocurrieron ya cuando Oscar fue condenado a 55 años de cárcel en el 1981 por conspiración sediciosa. Tenía 38 años en aquel entonces.

¿Cuándo espera verlo?

“Tenemos que tener en cuenta cómo Oscar estaría cumpliendo hasta mayo (cuando se cumple la conmutación de su sentencia), y yo sé que habrá restricciones. Nosotros tenemos que saber cómo lo vamos a visitar. Tenemos que cuidarnos de las malas personas, de mala fe”.

¿Oscar comerá mazamorra? 

“Cualquier cosa que él quiera que la haga, yo lo hago”.