“Y ese toro enamorado de la luna, que abandona por las noches la manada”

El coro de esta popular canción recoge muy bien la historia de amor entre los bueyes Caramelo y Brillante, y la novilla negra que los enamoró y luego los dejó solos y perdidos.

Primero fue Brillante el que dejó en ascuas a su amo, Ian Pagán-Roig, quien por semanas lo buscó por su finca y áreas aledañas hasta que llegó a pensar que se lo habían robado. Sin embargo, una noche de luna llena, igualita a la que se escapó para disfrutar junto a la novilla negra, Brillante regresó como por arte de magia, lo que su amo califica de milagroso. Sin embargo, la odisea de estos bueyes que ya han hecho historia, no terminó ahí felizmente, ya que esa misma noche, Caramelo, quizás celoso de que Brillante se le haya adelantado, decidió también hacer de las suyas con su adorada novilla negra.  

“En verdad que esto ha sido casi hasta mágico. Han pasado cosas increíbles, y a muchas personas le cuentas esto y ni lo creen”, dice el agrónomo a este diario quien confirma que al fin ya tiene en su finca en Bucarabones en Toa Alta, a su yunta de bueyes.

“Brillante se perdió en la luna llena de febrero y estuvo un mes en el monte, y llegó mágicamente, por el solo, en la luna llena de marzo, 28 días despúes. Y apareció enredado justo donde la noche anterior yo había dejado a su hermano Caramelo. Y esa misma noche desapareció Caramelo”, recuerda Pagán Roig.

Aparentemente, en su primer reencuentro, Brillante y Caramelo comienzan a juguetear, el primero queda enredado en las ramas del suelo y el segundo, en medio del juego pierde la soga y aprovechó para adentrarse en el monte y seguirle la pista la novilla negra. Y es así como en la mañana, el agricultor encuentra a Brillante, no así a Caramelo.

“La búsqueda de Caramelo fue más relajada, porque entonces ya sabíamos que Brillante estuvo todo el tiempo en el monte, y Caramelo no tenía soga, por lo que no temíamos que se enredará con la soga y padeciera sed”, explicó.

¿Y quién está detrás de toda esta historia?

Pues la novilla negra, que es una vaca arisca, que no tiene dueño y se crió en el monte.

“Esa misma novilla, cuando los bueyes llegaron a la finca, estuvo dos semanas con ellos, y un día desapareció”. Sin embargo, ese encuentro inicial provocó que “hubiese un entendimiento entre los tres” y que se armara el tremendo lío de la pérdida de la yunta de bueyes.

Finalmente ayer, Chuela, quien se dedica a buscar ganado, junto a Pagán-Roig, buscaron en un área donde días atrás habían dejado una trampa, y encontraron a Caramelo.

Así que en los próximos días, la yunta de bueyes ya estarán en su faena en el Proyecto Agroecológico el Josco Bravo.

Ian, ¿qué aprendiste de todo esta situación?

Cuando uno analiza todo lo que pasó, creo que la ganancia más grande es la demostración de solidaridad de gente conocida y desconocida. Conocer vecinos que nunca hubiese conocido, incluso, hice nuevos amigos y fueron muchos los que querían recoger dinero para comprar una yunta si Brillante y Caramelo no aparecían”.

Pagán-Roig dijo que le consta que “mucha gente se unió en oración y en buenos pensamientos…Definitivamente, todo lo que ocurrió se sale de toda probabilidad, que apareciera la yunta, que Brillante, teniendo la soga nunca se enredara…eso se sale de toda probabilidad”, agregó.