Toa Baja. Con voz entrecortada y manos temblorosas doña Aida Sanabria Soto rememoró las experiencias traumáticas que vivió hace un año cuando la furia del huracán María provocó una de las inundaciones más grandes vistas en Puerto Rico y escenificada en diversas comunidades de Toa Baja.

Aterrorizada, la mujer de 74 años relató a Primera Hora los sinsabores que prosiguieron al ciclón, una pesadilla que aun la atormenta, pues no ha podido completar el proceso de reconstrucción en su humilde hogar en la comunidad Ingenio de este municipio norteño.

El techo de zinc de la casita cemento de doña Aida  -quien vive con su esposo y dos hijos-  voló con las primeras ráfagas del huracán. Pero su gran agonía llegó horas después de que el ciclón azotara a la isla con las severas inundaciones que se suscitaron tras la apertura de las compuertas de la represa del lago La Plata. Esto provocó que los ríos y lagos conectados al cuerpo de agua se salieran de su cauce. Más de 4,000 personas tuvieron que ser rescatadas. Doña Aida fue una de ellas.

“Venía como una ola… cuando miro para el otro lado venía el agua del caño para la casa. El agua me llegaba a la cintura. Si ella (señala a su hija) no me aguanta me iba a ahogar… aquello fue horrible. Lo pienso y sigo llorando. Me pongo nerviosa. ¡Mira cómo me tiemblan las manos!”, dijo notablemente ansiosa la mujer que fue auxiliada por un vecino que la transportó a un refugio seguro.

Según el alcalde de Toa Baja, Bernardo “Betito” Márquez, el 50% de las viviendas del municipio, que totalizan unas 28,000 unidades, sufrieron daños a causa de las inundaciones. De éstas, a más de 4,000 se le colocaron toldos, incluyendo 1,875 que fueron certificadas por el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos. Actualmente, todavía hay 2,300 casas con la lona de plástico.

En el caso de doña Aida, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) le otorgó $1,200 que a duras penas rindieron para la compra e instalación de los paneles de zinc. Sin embargo, la reconstrucción de su hogar está a medio hacer, al extremo de que no tiene baño hábil en su vivienda. Y los escombros de los árboles caídos por la tormenta, están todavía en su patio, provocando la propagación de animales e insectos.

“Necesito que me ayuden a hacer el baño y un cuartito… no puedo seguir viviendo así. Si a la 1:00 de la mañana me dan ganas de hacer número uno o número dos (necesidades fisiológicas) tengo que salir de mi casa e ir a la casa de mi mamá aquí cerca… esto es bien difícil”, reitera la mujer paciente de diabetes, artritis reumatoidea y psoriasis.

El alcalde de Toa Baja está consciente de que el proceso de rehabilitación en  su municipio es cuesta arriba. “Esto es un proyecto de impacto que fácilmente puede tomar una década para estar en una recuperación total”, dijo quien aun recoge escombros en su pueblo.

En total, dijo, se han recolectado más de 250 mil toneladas de desechos, según certificaron las autoridades federales.

“Nosotros cuando recogíamos escombros, no recogíamos escombros, recogíamos memorias”, expresó Márquez, quien fue dominado entonces por el llanto.

Sus lágrimas son similares a las de doña Aida. Ha pasado un año desde el impacto de María, pero fueron muchas las lecciones, frustraciones y emociones encontradas durante el transcurso de los pasados 12 meses. Pero su gran satisfacción, relata, es haber sido testigo del “abrazo solidario” surgido entre las comunidades afectadas.

“Pasó algo, que se está dando también en Ingenio, y es que los líderes comunitarios se empoderaron de los sectores y comenzaron a organizarse para buscar soluciones a sus problemas… al mismo tiempo, entraron líderes religiosos y  entidades sin fines de lucro a ayudar. Esa convergencia provocó resultados extraordinarios. Validamos con lo ocurrido que un dólar en manos de entidades sin fines de lucro, equivalen a $11 en manos del gobierno estatal o federal”, manifestó al agregar que el liderato de los barrios ha logrado interconectar entre sí y ya empiezan a desarrollar proyectos de autogestión, de energía renovable y de agua potable.

El voluntariado -particularmente de médicos- también es destacado por el ejecutivo municipal, quien resaltó la labor realizada por el doctor Eduardo Ibarra y el senador independiente José Vargas Vidot, quienes propiciaran clínicas en algunos puntos del municipio para auxiliar a pacientes (muchos críticos) que urgían de atención médica.

“Aquí vinieron médicos de Europa, Estados Unidos y de Suramérica… fue una cosa impresionante y emotiva a la vez. Ayudaban a los pacientes que necesitaban insulina, terapia respiratoria, curaban heridas, buscaban suministros y prescribían recetas… El esfuerzo de todos estos héroes que sirvieron voluntariamente fue lo que salvó vidas en nuestro municipio y evitó una tragedia mayor”, expresó.