“Si ella se hubiera quedado en Aruba, no habría sobrevivido. El doctor me dijo ‘no tiene oportunidad si se queda aquí’”.

De esa forma describió el policía retirado Sean Whalen la gravedad de la condición en que se encontraba la niña Jednnielys Pérez Rivas, de siete años, luego del accidente que sufrió durante unas vacaciones familiares en Aruba en agosto pasado.

Así las cosas, luego de revivirla con CPR (resucitación cardiopulmonar) y de que la menor fuera trasladada al hospital, Whelan tomó una decisión que llamó “simple”: pagó de su bolsillo los $15,000 que se requerían para traer a Jednnielys a Puerto Rico.

“Fue una decisión fácil. Salvarla en el momento fue una decisión fácil, yo hice lo que pude y ella hizo el resto. Obviamente, en el momento uno no sabía lo que iba a pasar, pero… Y entonces traerla a Puerto Rico realmente no era una decisión. Una vez me dijeron que no se podía quedar, que hubiera muerto en esa cama en Aruba, pues cogí mi tarjeta de crédito y la sacamos de allí”, narró el expolicía neoyorquino.

Whelan, que esta noche fue exaltado como miembro honorario del Club de Rotarios, reconoció que, tras observar las condiciones en que se encontraba la niña en el lugar del accidente, no pensó que Jednnielys sería capaz de sobrevivir.

“Fue una sensación terrible. Escuché el golpe y me acerqué en bicicleta. Cuando estaba a unos 60 pies y la veo a la orilla de la calle… era horrible. Creo que todos pensamos que había muerto al instante, no respiraba, no tenía signos vitales. Así que entré en modo de rescate, traté de revivirla y después de un rato funcionó”, narró el hombre, añadiendo que, pese a su experiencia como policía, no había enfrentado muchas situaciones similares.

“Nunca fui un ‘first responder’ (primeros auxilios). Mi labor siempre era más de dar apoyo que liderar este tipo de respuesta. Aunque había practicado CPR, no me considero un experto, pero en aquel momento no había nadie. Había gente tratando de ayudar, pero veía que no lo estaban haciendo bien, así que intervine”, detalló.

Aunque Whelan acompañó a Jednnielys y a su madre, Alexandra Rivas, durante las primeras semanas al regresar a Puerto Rico, la niña todavía estaba en un estado de coma inducido, por lo que no ha podido compartir con ella. Eso cambiará mañana, cuando la visite al hospital a eso de las 10:00 a.m.

“He hablado con sus padres, y sé que está mucho mejor. Está despierta y consciente. Es imposible describir mis sentimientos hacia ella. Esa pobre niña ha estado acostada en una cama por tres meses ya, enfrentando operaciones, su condición del cuello, que se dislocó, múltiples lesiones. Es una niña fuerte, y es increíble cómo ha aguantado todo esto. Ella lo hizo todo”, dijo Whelan, no sin antes rechazar el mote de “héroe” por sus acciones.

“Simplemente, creo que alguien me puso en el lugar correcto en el momento correcto e hice lo que pude. Quisiera pensar que todos harían lo mismo”, expresó con humildad.

Fue precisamente ese espíritu de sacrificio y bondad el que llevó al Club de Rotarios de la isla a declararlo como miembro honorario, un homenaje que, según Roberto González, director de la organización, no se otorgaba hacía más de 20 años.

“Lo escogimos a él porque, realmente, la acción que tomó, en el momento que la tomó, después del huracán (María), que el país todavía estaba sufriendo, como que a todo el mundo le dio el ‘shock’ de ver que una persona tuviera una humildad tan grande y un amor tan grande para una persona desconocida y ayudarla de esa forma. Es una cosa que nos impactó mucho y por eso fue que lo invitamos a que estuviera aquí hoy”, destacó González.