Refugiada en Canóvanas: “Yo me tengo que salvar a mí y salvar a mi nieta”
Asimismo, una niña de 10 años, que jugaba en el refugio, recordó que perdió su casa con el huracán María.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Canóvanas. Cinco niñas correteaban felices por la cancha bajo techo de la Escuela Vocacional San Isidro, en Canóvanas, pero en su mente también estaba la preocupación de que sus madres podrían quedarse sin un hogar una vez pasara la tormenta Karen por el este de la Isla.
Las menores eran parte de un grupo de 40 personas que a la tarde del martes ya había buscado refugio, aun cuando en la zona no había comenzado la lluvia. La mayor parte del grupo eran mujeres solteras con sus hijos o nietos. También, había un no vidente y una pareja de envejecientes.
Para la niña Yarivelize Pabón Rivera, de 10 años, la experiencia que vive en el refugio es “bien cool”.
“Aquí tengo amigos y en mi casa no tengo amigos en la calle”, afirmó.
Cuando se le preguntó si sabía porque estaba en el refugio, respondió “porque viene un huracán”.
“Mi mai (sic) tiene una casa de Plan 8, porque después de María no tiene casa donde vivir. Teníamos una casa de madera, pero se derrumbó”, comentó la niña, al señalar que ahora reside en un área inundable.
Otra de las niñas que también jugaba en el refugio no pudo dormir en toda la noche preocupada por las inundaciones y el temblor que ocurrió anoche, contó su abuela, Daisy Morell. Comentó que las dos se acostaron abrazadas en un sofá.
“Ya a mí me hablan de refugio y tiemblo. Ya yo estoy enferma de los nervios cuando me hablan de agua y de huracán”, afirmó la mujer, quien vive en Villa Hugo 2.
Manifestó que, aun con el temor que tiene de abandonar su hogar y refugiarse, no le quedó de otra que regresar a la Escuela Vocacional, así como hizo cuando pasó el huracán María.
“Yo me tengo que salvar a mí y salvar a mi nieta”, planteó.
La mayoría de los refugiados que se encontraban en la moderna Escuela Vocacional provenían de comunidades que por años suelen inundarse, como Villa Hugo y San Isidro.
Algunos, como Héctor Julio Guzmán y su esposa Mency Serrano Díaz, quien está encamada tras sufrir un infarto a dos días del huracán María (22 de septiembre de 2017), ya estaban desesperados por salir del lugar. Es que, según contó, “no ha caído ni una gota” como para que su casa se inunde.
Esta familia emprendió la ruta a pie y en silla de ruedas, desde Valle Hill hasta el refugio, a las 8:00 a.m. para que nos les cogiera la lluvia.
“Donde nosotros vivimos se inunda cuando abren la represa (de Carraízo). Tenemos miedo de que abran la represa, porque ella está encamada, así que salgo con ella temprano”, afirmó Guzmán, al indicar que el trato que han recibido ha sido muy bueno.