Las bocinas de los carros en el tapón, los mofles de las motoras, las sirenas de las ambulancias, los altoparlantes, la gritería, la música a todo volumen... Puerto Rico está cargado de ruidos.

El primer mapa que ilustra el ruido urbano en la Isla, lanzado ayer por la Junta de Calidad Ambiental (JCA) y el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP), demuestra que los niveles de sonidos representan un problema de contaminación ambiental severo.

“Puerto Rico está acústicamente cargado. Tenemos una acústica de ruido urbano que la sociedad genera, cargada además porque la fauna nocturna en la Isla se hace sentir, que se suma al hecho de que nuestra cultura disfruta y le agrada el sonido para recreación”, indicó ayer el gerente del área de control de ruidos y oficina de querellas de la JCA, José Alicea Pou.

El mapa, que fue diseñado a varios colores que demuestran los niveles de decibeles (unidades que miden el ruido), refleja que las vías principales de rodaje en San Juan son los lugares donde existe una más alta contaminación por ruido, que en ocasiones sobrepasa los 85 decibeles.

Estas vías son la autopista Luis A. Ferré, los expresos Las Américas, Baldorioty de Castro, Kennedy y De Diego, y la avenida Roosevelt.

Según informó el presidente de la JCA, Carlos López Freytes, el Reglamento para el Control de la Contaminación Por Ruido establece que durante el día en la zona urbana el máximo de decibeles permitido es de 60, mientras que en la noche es de 50.

“Definitivamente, hay muchas áreas donde estamos bien cercanos al límite y en otras por encima”, dijo López Freytes.

Alicea Pou y el profesor y experto en acústica de la Universidad de Puerto Rico Jorge Rocafort indicaron a la prensa que han observado un fenómeno de desensibilización ante el efecto que puede tener la amplificación del sonido. Esto, dijeron, se observa claramente en eventos sociales como bodas o quinceañeros, al igual que en conciertos de música, cuando para hablar hay que elevar demasiado el volumen de la voz.

Con el mapa, ahora la JCA se dispone a trabajar para identificar cuáles son los niveles de decibeles en las áreas residenciales que se van alejando de las vías públicas principales. Al conocerse esos niveles, se pueden desarrollar políticas públicas más rigurosas.

Los efectos del exceso de ruido pueden ser adversos para el ser humano en diversas dimensiones.

El psicólogo y estudioso de acústica Lawrence Finegold, quien ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud, dijo que el exceso de ruido puede ocasionar molestia, incomodidad para dormir y provocar efectos en el cuerpo humano.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional señala que el exceso de ruido puede aumentar los niveles de presión sanguínea, tener efectos negativos en el sistema cardiovascular, perturbar el proceso digestivo, impactar adversamente a un feto que se forma en el vientre de una madre e intensificar comportamientos irritables y violentos.

Rocafort aseguró que expertos científicos ya han probado que la exposición constante a ruidos exagerados puede ocasionar la pérdida temprana de audición.

El director de la división de ruido en la Administración Federal de Autopistas, Mark Ferroni, dijo a este diario que en gran medida los desarrolladores de proyectos de vivienda deben hacer estudios de ruido certeros para evitar que los compradores sufran las consecuencias de haber adquirido un lugar donde vivir cercano a un expreso o el aeropuerto, por ejemplo.

Ferroni dijo que en Puerto Rico la mayoría de las autopistas exponen altos niveles de sonido, no sólo por el exceso de vehículos transitando, sino también porque el material utilizado para construirlas no necesariamente era más silencioso.